Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | POR JOSÉ CARREÑO CARLÓN

Las letras chiquitas en la oferta de Calderón

Por ahora, de lo que no parece haber duda es de que, cualquiera que sea el recurso para frenar al PRI, la batalla final, cuerpo a cuerpo, se dará entre Calderón y Peña Nieto

Por: EL INFORMADOR

Los intercambios de hoy y ayer entre el Presidente Calderón y el puntero en la carrera presidencial, el gobernador Peña Nieto, trazan un escenario en el que esos dos personajes se perfilan como los verdaderos finalistas en la lucha por la sucesión de 2012.

Peña encabeza la estrategia del PRI para ganar la Presidencia. Y Calderón, la estrategia para evitar el regreso del PRI a Los Pinos. Y salvo López Obrador, los demás grandes actores —de todos los partidos— ya han alineado, alinean o terminarán alineando sus agendas a alguno de esos dos proyectos dominantes.

A nadie le pasa inadvertido que las cabezas de los diarios y las entradas de los noticiarios suelen destacar las ofertas de los declarantes, pero también suelen ocultar —como las letras chiquitas de los contratos— las condiciones de la oferta. En ese sentido, Calderón apareció anteayer ofreciendo en grandes caracteres que, con un sentido democrático, no le da importancia al avance del PRI ni a su eventual regreso a Los Pinos. Pero en las letras chiquitas de la misma declaración a Joaquín López Dóriga, advirtió que habrá que evitar la reedición o el regreso de prácticas que su propio discurso y el de su partido identifican con la naturaleza misma del PRI, aunque esté visto que ningún partido en el poder —nacional o local— ha prescindido de ellas en estos años.

Tentación antidemocrática

Pero en todo caso sería ante esta clara advertencia de las letras chiquitas de la oferta de Calderón que el puntero priista para la Presidencia le estaría pidiendo al Presidente que su relación siga siendo constructiva y con ánimo democrático. Y se podría agregar: respetando las condiciones de la competencia electoral en las que el propio declarante Peña Nieto va a la cabeza.

Y aquí es donde la lectura de estos intercambios requiere del contexto de estos dos años que siguieron a la derrota panista en las elecciones intermedias del sexenio. Porque de ese sentimiento de derrota y de la percepción de que ésta puede repetirse el año próximo proviene la principal amenaza a las reglas de la competencia democrática y del principio de la alternancia. Específicamente, con la tentación telegrafiada de utilizar el poder de la Presidencia y los instrumentos del Estado para frenar al PRI por la vía de fincar acusaciones penales a algún exponente de ese partido a menos de dos meses de la elección crucial del Estado de México.

La final: Peña vs Calderón

Fuera de ese recurso extremo para trastocar las tendencias electorales, el Presidente está en su derecho, como jefe real de su partido, de orquestar movimientos de los presidenciables panistas.
Y está en su derecho también de atraer a su proyecto de descarrilar al PRI a otros actores, como a los perredistas y a los priistas con los que experimentó su política de alianzas, exitosa el año pasado, pero este año fallida.

Y, claro: está en su derecho de presionar a los legisladores peñistas para que aprueben en un periodo extraordinario las candidaturas independientes de su reforma política, incluso con el apoyo del Senado priista —reconocido ayer por el Presidente— y de los intelectuales convencidos de que hay una alternativa progresista en la oferta de Manlio Fabio Beltrones. La insistencia presidencial de ayer en el Estado de México parece abonar en el sentido de que, en efecto, una candidatura independiente sería la última oportunidad de construir una opción competitiva frente a Peña Nieto, una vez asumida la falta de competitividad de las opciones panistas y una vez fracasada la política de alianzas.

Por ahora, de lo que no parece haber duda es de que, cualquiera que sea el recurso para frenar al PRI, la batalla final, cuerpo a cuerpo, se dará entre Calderón y Peña Nieto. Los demás, políticos o intelectuales, también estarán en su derecho de seguir alineando sus agendas a algunos de los dos proyectos principales. Sólo López Obrador quedaría al margen de esta ecuación. Y por cierto no hay que descartarlo, si se enreda la operación antiPRI por la que finalmente se opte.

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