Jueves, 28 de Noviembre 2024
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La tormenta de Mancera

Por: Raymundo Riva Palacio

Por: EL INFORMADOR

Varias fueron las alertas que recibió el procurador de Justicia del Distrito Federal, Miguel Mancera, de que su caso contra la banda de “La Flor”, y en particular contra el presunto jefe de ese grupo y una agente federal por el secuestro y asesinato del joven Fernando Martí, no tenía el sustento que afirma tener. Todas las soslayó. Mantuvo siempre que los principales culpables, Sergio Humberto Ortiz, a quien identificó como el líder de la banda, y la agente federal Lorena González, eran las claves del caso que cimbró al país. Hoy, quienes están sacudidos son él y su jefe, Marcelo Ebrard, cabeza del Gobierno del Distrito Federal.

Mancera llegó a Ortiz a partir de un testigo que se encuentra preso, que lo identificó junto con otro agente federal, Gerardo Colín, como miembros de la banda de “La Flor”. Al investigar a Colín descubrieron que González era su novia, y la detuvieron después de ser señalada por Christian Salmones, el escolta que acompañaba a Martí la mañana en la que lo secuestraron, como la persona que daba las órdenes en el retén, presuntamente de elementos de la Agencia Federal de Investigaciones, donde los atraparon.

La identificación que hizo Salmones, siempre ha estado en entredicho. El secuestro fue a las seis de la mañana en las inmediaciones de Ciudad Universitaria, cuando Martí se dirigía a la escuela. Un ejercicio empírico que recreaba el momento de la detención en el retén, en la misma temporada y a la misma hora, hacía prácticamente imposible —por no afirmarlo categóricamente— una identificación plena como la hizo Salmones, pero Mancera nunca atendió esta discrepancia en la evidencia.

González era su primer objetivo. Pero, decían convencidos, ella no había matado directamente a Martí. El nombre que daban como presunto ejecutor era Colín. Mancera le pidió a la Secretaría de Seguridad Pública federal que le entregaran a González, quien siempre afirmó en los interrogatorios y en su comparecencia ante el juez en noviembre del año pasado, que el día del secuestro se encontraba de vacaciones en Acapulco. Luego se fueron sobre Colín.

La Procuraduría de Mancera creía tener un caso muy bien armado contra ambos, y siguiendo lo que les decía su testigo, los acusó de haber participado en dos secuestros con la banda de “La Flor”, por lo cual se les llevó juicio. Sin embargo, un juez consideró que no se habían presentado pruebas que sólidamente los inculparan y los liberó. Colín recuperó la libertad en noviembre pasado, y González sigue presa por el caso Martí. El testigo, que sigue defendiendo Mancera, había causado otro tropezón.

En el curso de la investigación de la Procuraduría capitalina, también se desarrolló una pesquisa privada paralela. Esta investigación, que fue entregada a Mancera, establecía que no había sido González la mujer en el retén, sino otra mujer identificada como “Marcela”, de pelo rubio —no se precisaba si natural u oxigenado—, cuyo centro de operaciones era Tepito.
La conclusión era que a quienes había detenido no eran los verdaderos responsables del crimen, pero Mancera, quien llegó a reconocer en privado la existencia de esa investigación, siempre la hizo a un lado.

La semana pasada, la Secretaría de Seguridad Pública federal presentó a dos de los asesinos confesos del secuestro y crimen de Martí, y aseguró que no tenían vinculación con la banda de “La Flor”. Uno de ellos, Noé Robles, dijo no conocer a González ni a ninguno de esa banda, y que la única mujer que vio era rubia, voluptuosa, fea y cacariza. Mancera dijo que su investigación y la federal se complementaban y no chocaban, además de que usaron al mismo testigo, Salmones, quien identificó plenamente el cuarto en donde Robles los había tenido a él, al joven y a su chofer. Su ligereza en la respuesta fue casi tan grande como la que empleó cuando sugirió que las dos bandas, “La Flor” y “Los Petriciolet”, a la que pertenece Robles, pudieron haber actuado en coordinación, conciliando con una declaración política la discrepancia en la investigación.

Otro aspecto fundamental, motivo por el cual asesinaron al joven Martí, tiene que ver con el rescate. Robles aseguró que mataron a Martí porque no se pagó el rescate. Pero el pago, negociado en siete llamadas telefónicas, se hizo el 12 de junio: cinco millones 135 mil pesos. Según lo acordado, un chofer llevaría el dinero a un lugar en Coyoacán, pero esperó 10 horas en balde. El rescate, técnicamente, no se pagó, y la pregunta es por qué.

La respuesta, que es problema real de Mancera, tiene que ver con un aparente error policial en el momento del rescate. Los secuestradores habían advertido que no querían la intervención de la Policía. Pero Mancera sabía del secuestro desde el primer momento, porque se le informó antes de conocerse las demandas de los secuestradores, y estuvo al tanto. Inclusive tuvo fricciones con el negociador privado de la familia. En esa misma lógica, cuando se fue a pagar el rescate hubo un operativo para detener a los secuestradores, pero la Policía fue descubierta, según fuentes de la Procuraduría local, y los criminales huyeron sin el dinero. Ahí se firmó la muerte del joven Martí.

Mancera está tratando de defender su cargo y el prestigio de Ebrard a través, una vez más, de filtraciones en los medios que refuercen su investigación. Pero las explicaciones son muchas y deben ser públicas. Un testigo que se ha equivocado varias veces, dos fotografías del empresario Alejandro Martí en la computadora personal de Ortiz y una identificación forzada de González, no le alcanzan a Mancera para sostener su caso y salir del pantano en que se encuentra. Tampoco para salvar a Ebrard, el único gobernante que ante la demanda de Martí de “si no pueden renuncie”, dijo que él sí se comprometía o renunciaría si fallaba. Los dos tienen la palabra. Una es que demuestren que a quienes tienen en la cárcel por el caso Martí, son realmente culpables del crimen. La otra, producto del oportunismo político, la anunció hace más de un año Ebrard. Si Mancera no lo prueba, ahí está quien deberá pagar la incompetencia.

RAYMUNDO RIVA PALACIO / Periodista.
Correo electrónico: rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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