Domingo, 20 de Octubre 2024
México | Tren Parlamentario

La subordinación militar a los Estados Unidos

Potr Vicente BELLO

Por: EL INFORMADOR

Quienes votaron ayer en contra de que los marinos mexicanos vayan a Mayport, Florida, a participar en maniobras conjuntas, del día 19 de este mes al 7 de mayo próximo, han advertido que el Senado de la República soldó ayer el primer eslabón de una cadena de errores graves del actual Jefe del Estado mexicano, que en el futuro desembocarán —previsiblemente dada la ambición y abuso histórico de que ha hecho gala Estados Unidos— en amenazas serias a la operatividad de las autoridades del Estado mexicano.

Fue un debate rasposo; típico de un día turbulento en el Congreso; 66 senadores —del PAN, PRI, PRD y PVEM— votaron por el sí. Y 13 —del PRD, PT y Convergencia— dijeron que no.

La Armada de México enviará a Mayport dos buques, 329 infantes de marina, dos helicópteros y dos lanchas interceptoras. Y lo que se supo ayer en la tribuna de Xicoténcatl, es que esta flota de la Armada mexicana partirá, presurosa, esta misma semana hacia aguas de Florida para ponerse bajo las órdenes del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, el cual coordinará unilateralmente dichas maniobras militares.

Pablo Gómez Álvarez sentenció: “Se está avanzando hacia la subordinación y alineamiento del Ejército Mexicano, al Gobierno y Ejército de los Estados Unidos”.

Un capitán de corbeta de la Armada, que ahora cobra como senador del PAN —el campechano Sebastián Calderón Centeno—, fue quien abrió la feria de argumentaciones en pro.

Los ejercicios navales en Mayport —justificó el senador de Acción Nacional— “consisten en una serie de prácticas entre las fuerzas navales de los Estados Unidos y varios países (americanos)”, a los que como invitado estará Alemania. Y apostillaba: “Y tienen como fin entrenar, capacitar, cooperar y establecer vínculos de confianza entre las armadas de la región; perfeccionar las operaciones antidrogas, así como mejorar el intercambio de información y tecnología que les permita erradicar el uso y tráfico de sustancias ilícitas, poniendo énfasis en la ‘interoperatividad’ de las unidades”.

Remachaba entonces el marino metido a legislador: “No se debe pensar que si la Armada de México participe en dichos ejercicios navales implique un sometimiento, aceptación de que después otras Fuerzas Armadas puedan internarse en el país, sino exclusivamente de un intercambio de técnicas, estrategias y de actualización, siendo de gran utilidad para mantener a las dotaciones los distintos buques de la Armada de México en plena operatividad y con inmediata respuesta ante cualquier emergencia”.

Y no sólo lo anterior. Calderón Centeno afirmó: “La presencia de la Armada en los ejercicios (militares de marras) representa una oportunidad para desarrollar las capacidades operativas de los buques, aeronaves y unidades terrestres (de la Marina mexicana) en las acciones de defensa exterior de la nación, y su participación fundamental en las actividades en la mar, relativas al combate al narcotráfico, así como a vigilancia de las instalaciones estratégicas del país”.

Entonces fue el turno de Ricardo Monreal (PT), quien olisqueaba en el discurso de Centeno el tufo de las cañerías de la Presidencia de Felipe Calderón.

Cuando Calderón —dijo el senador zacatecano— envió su solicitud de autorización al Senado, hacía unas horas, en Washington, hombres del Pentágono informaron que “las Fuerzas Armadas de México participarían por primera vez en ejercicios militares con Estados Unidos, en una campaña confeccionada por Estados Unidos para robustecer las capacidades del Ejército Mexicano en la lucha contra los cárteles del narcotráfico”.

Monreal picoteó otra vez: “Decían las altas autoridades de la Defensa de Estados Unidos que se trataría de un ejercicio en que por vez primera elementos de la Armada de México “estarán bajo el mando del Ejército de los Estados Unidos”.

Turno de Jorge Legorreta, del PVEM, que como loro repetía literalmente lo mismo que Calderón Centeno. “Una oportunidad”, decía, para que los marinos mexicanos “puedan adquirir los conocimientos técnicos y logísticos, que son empleados en operaciones de protección a instalaciones estratégicas”…

Pablo Gómez Álvarez (PRD) llegó: “Quieren minimizar la operación. Que se vea la participación de México como algo sin importancia”… “Y no es un asunto normal”, subrayó.

Y argumentó: “Porque la doctrina militar de México es diferente. Está basada en no depender de entidades militares extranjeras. En mantener una neutralidad en el terreno militar con el propósito de que México no sea ‘presionable’ frente a determinados pedidos de Estados Unidos en materia militar. Por eso México no firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca”.

Se estaba calentando la sesión. Pero reinaba, aun así, un silencio sepulcral cuando Gómez disentía. “La idea”, remachó, “no es el tratar de vivir en una burbuja. La idea es no ser presionables. Es mantener una actitud, una doctrina militar que impida que Estados Unidos solicite, en esta materia, cualquier cosa al Estado mexicano. Ése es el punto”.

La Teoría del Estado, como materia, se asomó en el discurso de Gómez: “No es un problema éste de seguridad nacional, porque la seguridad nacional no se aborda en el terreno de la lucha contra el narcotráfico. No es la independencia de México la que está en cuestión, sino la operación de las autoridades del Estado”.

Y a quienes afirmaron que esta salida de tropas “no implica compromiso militar”, Pablo dijo: “Es que por algo se empieza y por algo quieren empezar. No pueden empezar haciendo que México haga un pacto militar con Estados Unidos”.

Turno de Rosario Green Macías, la senadora del PRI que fue cancillera con Ernesto Zedillo. “Déjenme decirles que tan sólo entre 2002 y 2007, la Armada de México salió de territorio nacional en cuatro ocasiones: en 2002, para participar en los ejercicios de UNITAS; en 2005 para llevar ayuda humanitaria a Indonesia y a Estados Unidos, y en 2007 a Bolivia, motivada por las inundaciones”.

Entonces decía que el PRI votaría en favor por “congruencia”. Y dijo: “No podemos seguir alegando que el crimen organizado es una amenaza trasnacional, global, y buscar darle soluciones locales; y regresar al caparazón otra vez y decir: ´pero lo voy a hacer yo solito”.
Green insistía: “Lo único que se plantea es que varios países trabajen en el Golfo de México y hagan un ejercicio naval para poder tener una sincronía en la forma en cómo se patrullan las costas y el mar internacional. Es un ejercicio simplemente para esto. No implica desembarcos. No implica mayores compromisos”.

Y entonces preguntó: “¿Saben quiénes gobiernan el Golfo de México? Los cárteles”, se auto respondió
El “único objetivo”, remachaba Green otra vez, “es compartir información, tecnología y ver cómo patrulla cada país su propia Costa con el objetivo común que es combatir al crimen organizado”. Y apostillaba: “Pero además, no podemos controlar el Golfo de México. No nos hagamos tontos. NO es posible. Por ahí entran drogas, armas, precursores químicos. Necesitamos aprender a vigilar mejor nuestros espacios”.

No todos los perredistas piensan igual. Graco Ramírez se puso al lado de Green, diciendo prácticamente lo mismo. Y a decir que votar en favor sería tener “una visión correcta y en una dirección correcta”.

Insistieron Monreal y Gómez Álvarez. Este permiso, decían, será abrir la puerta del territorio para que el Ejército norteamericano entre el día que le convenga; las justificaciones entonces también sobrarán.

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