Martes, 26 de Noviembre 2024
México | HISTORIAS DE REPORTERO POR CARLOS LORET DE MOLA A.

La política japonesa parece mexicana

Japón ha tenido cinco primeros ministros en los últimos cuatro años, pero la inestabilidad en el timón político no parece hacer mella en su poderío económico ni inquietar a los ciudadanos

Por: EL INFORMADOR

Carlos Loret de Mola A.  /

Carlos Loret de Mola A. /

Hace justo una semana, en las sobremesas políticas de Japón sólo había un tema: la renuncia del primer ministro Naoto Kan. La evaluación era que le quedaban horas, máximo días, al hombre de 64 años: su popularidad estaba por debajo de 20% en las encuestas y ésa suele ser una señal inequívoca de que es hora de irse.

El derrumbe de su aceptación —las encuestas en este imperio nadie las discute— era reflejo de varios factores: un escándalo de financiamiento coreano a su campaña, la percepción de ser un personaje gris y las más recientes elecciones internas de su partido, el centroizquierdista Democrático de Japón (PDJ), donde entre los congresistas su corriente venció por unos cuantos votos, exhibiendo que el PDJ está fracturado en dos y sólo una parte responde al débil liderazgo del primer ministro. En medio de una gestión sin logros que presumir, tales factores lo tenían casi fuera.

Naoto Kan era ministro de Finanzas de Yukio Hatoyama, quien tras ocho meses en el poder renunció por el reclamo público de que echó para atrás su principal promesa de campaña: reubicar de Okinawa o hasta sacar de Japón una base militar estadounidense.

El anuncio oficial del incumplimiento lo agarró mermado: antes habían descubierto que su mamá —dueña de la llantera Bridgestone— inyectó un millón de dólares mensuales al partido de su hijo, sin que nadie reportara esos ingresos. La explicación de Hatoyama fue que no se había dado cuenta. Risas. Cayó. Lo sucedió Kan en junio del año pasado.

Japón ha tenido cinco primeros ministros en los últimos cuatro años, pero la inestabilidad en el timón político no parece hacer mella en su poderío económico ni inquietar a los ciudadanos. Por eso, la tarde en que el terremoto salvó a Naoto Kan, su dimisión era parte del escenario natural.

Su baja popularidad incidía también en las preferencias de su partido, el PDJ, que surgió en oposición y escisión al Partido Liberal Democrático (PLD) que gobernó Japón más de medio siglo ininterrumpidamente. Curiosamente, el mejor momento político de Kan fue en 1996, cuando trabajando como ministro de Salud para un gobierno del PLD (su cargo fue en pago a una alianza electoral), denunció fallas estructurales en el sistema de seguridad social japonés y pidió personalmente perdón a los afectados.

Todo eso se había deslavado para la tarde del viernes 11 de marzo: el tema era su caída hasta que un terremoto de 9 grados Richter —el cuarto más violento de la historia mundial— interrumpió la grilla y salvó, cuando menos temporalmente, la cabeza de Kan.

En la cultura japonesa está muy asentado un sentimiento de reconocer a quien hace su mejor esfuerzo, y así están viendo ciudadanos, analistas y medios de comunicación a Kan frente a la cuádruple crisis de sismo, tsunami, debacle bursátil y amenaza nuclear. ¿Le durará?

Saciamorbos

Es malhumorado y se ve que su esposa también: en un libro, ella le cuestiona: ¿Qué diablos va a cambiar en Japón ahora que tú eres primer ministro?

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