La otra cara de la moneda

"Toda regulación que se centre en criminalizar el fenómeno migratorio, un fenómeno social, un fenómeno económico, abre la puerta a la intolerancia, al odio, a la discriminación, al abuso en la aplicación de la ley", afirmó Felipe Calderón. Estoy de acuerdo en que este nuevo intento de ley antiinmigrante de Arizona tiene muchas aristas que habrá que discernir conforme avance su tentativa de aplicación. Y digo intento porque ya en el año 2006 el Senado de los Estados Unidos fracasó en un acuerdo para lograr la residencia de millones de ilegales al tratar de introducir un programa temporal de trabajo.

Sin embargo estos baños de pureza que el gobierno mexicano está tratando de proyectar en cuanto a los Derechos Humanos de toda persona que busca mejores condiciones de vida, no tiene bases de ejemplo del que se tenga que presumir. Porque el mismo trato que reclamamos se lo damos por otro lado a los que tratan de pasar nuestra frontera sur como tránsito hacia el país vecino del norte. Los niveles de abuso llegan a grados alarmantes que sufren "decenas de miles" de centroamericanos que cada año cruzan nuestro territorio.

Enfrentan una grave crisis humanitaria que los deja virtualmente sin acceso a la justicia, temerosos a represalias y deportación si denuncian los abusos. México es uno de los pocos países del mundo que es al mismo tiempo origen, destino y sitio de tránsito de migrantes indocumentados. Son frecuentes los secuestros por bandas de delincuentes, las extorsiones de policías y las violaciones sexuales.

Mucho de los argumentos en los Estados Unidos han venido enunciados en el hecho de que por décadas tanto las autoridades como los empleadores se han hecho de la vista gorda hacia la inmigración, porque el país gringo ha dependido profundamente de la mano de obra barata.

Como ejemplo los ilegales inmigrantes subsidian el pago de las jubilaciones (Social Security) de los ciudadanos americanos arriba de los 62 años. Estos es porque la gente que trabaja sin papeles tiene los impuestos de su seguro social retenidos por sus patrones que omiten reportarlos y por lo tanto todo trabajador indocumentado queda desprotegido. Este rubro alcanza cantidades superiores a los siete billones de dólares al año que van a dar en beneficio de los trabajadores legales.

Hay un estimado de cerca de 11 millones de indocumentados viviendo en los Estados Unidos, muchos de ellos son Latinoamericanos con cerca de siete millones de mexicanos y un 1.5 millones de Centroamericanos. Arizona tiene un total de siete millones incluyendo casi 500 mil indocumentados. La patrulla fronteriza detiene aproximadamente 650 personas por día.

Es una moneda que tiene dos caras con sus propias visiones y diferencias. Xenofobia es la palabra que crece a pasos gigantes.