La naturalización de la violencia

Los ojos dicen mucho, algunos señalan que “hablan” más que una persona. Y me parece que no me equivoco al afirmar que en varias de las fotos que se difundieron de los niños Leonardo Daniel Casparius y Paulette Gebara, sus ojos proyectaban tristeza. Se trata de esos niños a los que se les arrebató la vida de una forma aún difícil de entender, pero muy probablemente, fácil de aceptar.

No está leyendo mal. Estamos ante una línea muy delgada y fina, en la que este tipo de casos se pueden hacer una costumbre escucharlos, verlos, padecerlos y sí, aceptarlos. Ayer fue Leonardo, hoy Paulette, mañana ¿quién? ¿El que sigue, y aquí no pasó nada?

Es la naturalización de la violencia, un término que ejemplifica la más cruel de las realidades: acostumbrarse a aquellas acciones que enaltecen la agresión en todas formas y expresiones.

Es la violencia la que ha ganado terreno en la sociedad. Piense en cuántos momentos la agresión está presente. Las palabras altisonantes a la orden del día, las miradas desafiantes y despectivas de carro a carro en la calle, la discriminación en los centros de trabajo, el zarandeo del padre al niño que está trabado por el berrinche, los medios de comunicación y sus nuevas formas de obtener audiencia: sonidos e imágenes, entre más rojas mejor, “porque eso es lo que vende”, dicen los gurús del raiting.

Los psicólogos y analistas de la violencia coinciden en que no hay que esperar a que los problemas “cotidianos” generen estas situaciones. Pareciera que al estar acostumbrándose a cualquier tipo de violencia, se está pasando por alto señales que son importantes para detectar y parar a tiempo cualquier agresión, por ejemplo en aquellas personas que manifiestan dificultades en el control de sus impulsos agresivos. Los especialistas refieren que la historia familiar influye en el estado de crisis emocional de cada individuo, lo que provoca lesiones o alteraciones en la salud física y mental.

Hay que estar atentos a la detección oportuna de las crisis generadas en la actualidad por el desempleo, la economía, la falta de tolerancia, entre otros importantes motivos. Aquí el llamado es a la revisión del modelo educativo, el que se construye en casa, se otorga en la escuela, se presenta en la sociedad, el que pregonan las autoridades de cualquier ámbito y nivel. ¿Existe equilibrio?

El tipo de relaciones que establecemos es clave para evitar escenarios violentos. Sin que pareciera el caso, lo dejo con una reflexión del escritor y conferencista, especialista en temas de liderazgo, Ken Blanchard, quien expone en uno de sus libros: “Nos vamos convirtiendo en el promedio de las cinco personas con quienes más cerca nos relacionamos. Nunca subestimes la importancia de con quién eliges estar”.
Y deveras, hay que ver más allá de todo… los ojos dicen mucho.