La hulla que humea

San Lázaro se asomaba al año con los patios, oficinas y los estacionamientos semivacíos. Una media docena de diputados iba y venía en pos de la sala de conferencias; otros, mediante telefonemas, hacían su aparición declarativa.
Había temas que barbotaban; como el de los migrantes extorsionados por empleados de las aduanas, seguramente corrompidos hasta las cachas; como el de la industria del turismo, que por causa de la disminución del consumo que se avecina, ha comenzado a remojarse las barbas.

O el asunto de las elecciones, que ha dado motivos desde el arranque mismo de 2009 para desconfiar del partido en el Gobierno, Acción Nacional (PAN), al que ayer el Revolucionario Institucional (PRI) fustigaba restregándole la existencia del Artículo 134 Constitucional.

En Xicoténcatl, la sede del Senado de la República, la señora quietud caminaba del brazo de los silencios, apenas perturbada ésta por alguna declaración subida a los boletines como quien se sostiene en cabestrillo.

Es posible que a partir de hoy, martes, las dos cámaras comiencen a darle oxígeno de fuelle a la hulla que humea desde diciembre. La hulla representada esta vez por la crisis económica y financiera que, este lunes 5, Felipe Calderón como no queriendo ha vuelto a admitir que allí viene, rasposa como lija, pesada como el tepetate.

Carlos Armando Biebrich, diputado federal priista, sentenció: ”En caso de que el PAN aprovechase la obra de los gobiernos panistas o del Gobierno federal, violaría flagrantemente el Artículo 134 Constitucional, que limita a los tres niveles de Gobierno (se refería al federal, estatales y municipales) a difundir la obra sólo con fines informativos y educativos, exclusivamente, no con fines electorales”.

Por la vía telefónica, el sonorense Biebrich respondía así a quienes lo entrevistaban desde la sala de prensa de San Lázaro. Nadie, por cierto, supo dar nombres de algún presunto gandalla electoral; pero la advertencia estaba allí, atravesada como tranca, justamente en el camino pedregoso del proceso electoral, sobre el cual todos los partidos políticos comenzarán a transitar.

Suenan extrañas estas declaraciones. Los acusadores pueden ser acusados exactamente de lo mismo. Y eso sí: ninguno de los protagonistas de la política ha actuado realmente para modificar las leyes electorales de tal modo que les sea imposible a todos los que participen en procesos electorales hacer trampa al otro.

En tanto, se escuchaba decir en la conferencia telefónica con Biebrich, ya el PAN se ha estado sirviendo con la cuchara grande, porque a través de prensa, radio y televisión dice que informa de la obra pública cuando los opositores juran que en realidad ha comenzado a encaramarse —entre tramposo y cínico— en el carro ruidoso de la propaganda.

José Manuel del Río Virgen, diputado del Partido Convergencia, denunciaba al medio día que las aduanas, que a cargo están de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, siguen siendo cuevas de ladrones. Hay aduaneros —decía Del Río— que extorsionaron a migrantes que, provenientes de los Estados Unidos, para pasar al lado mexicano tuvieron que entrarle con 100 dólares si venían en automóvil, o 150 si en camioneta.

Pero además, decía José Manuel, “hoy sabemos, dicho por el propio Consejo de Seguridad Pública, que por donde entran las armas a este país es precisamente por Aduanas, que ya tienen ellos focalizadas”.

Othón Cuevas, diputado perredista, se ha puesto a tono con los días, y anunció que presentará este miércoles una iniciativa de reforma de ley que planteará la prohibición de la fabricación, distribución, venta, renta y uso de juguetes bélicos en todo el territorio nacional.

Nada ha podido hacer el Gobierno mexicano para que Estados Unidos reduzca, o de plano prohiba, la compra a granel, abierta, de armas en armeros gringos, de las cuales la abrumadora mayoría van a robustecer ese otro ejército que va y viene por territorio mexicano: el de los narcotraficantes. ¿Podría el Congreso tomar en serio la propuesta de Othón Cuevas? Veremos la argumentación con que la presenta, y el interés que pudiera alentar en comisiones.