La familia

De lo general a lo particular. En los momentos más violentos y crueles, la estrategia se concentró en el origen de todo: la familia. Y esto no tiene que ver con las recientes decisiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ni las subsecuentes reacciones de la Iglesia católica, creo que en esta ocasión tiene que ver más allá de lo que está bien o mal. Se trata de lo que hicieron los psicólogos colombianos con la población que vivía aterrorizada por la fuerza y el control que tenían del país los narcotraficantes, grupos paramilitares y la guerrilla. Fueron casi diez años en los que no sabían si la pesadilla se acabaría, para ser más precisos entre el paso del presidente César Gaviria y Ernesto Samper.

La desesperanza reinaba en Colombia y se instaló aún más entre los ciudadanos en julio de 1992, luego de que se fugó de la cárcel el poderoso narcotraficante Pablo Escobar. Miedo y depresión social era el diagnóstico que anunciaba y en el que trabajaba el Colegio Colombiano de Psicólogos; uno de los integrantes de esta institución, el doctor Diego Castrillón Moreno me platicó sobre lo que pusieron en marcha desde aquellos años y que podemos hacer en México para hacer frente al terrible problema de violencia que vive el país. Hago la aclaración porque el especialista me lo dijo muy firme: las dos maneras en las que trabajaron en Colombia fueron originadas y sostenidas por los ciudadanos, la gente interesada en acabar con el temor que impone la realidad a la que se enfrenta día a día. Es decir, los políticos, gobernantes y demás agregados harán sus propias acciones, y habrá que vigilar y exigir que cumplan con su trabajo, pero lo que a cualquier habitante como usted y yo nos corresponde tomar primero en cuenta es, fortalecer los grupos sociales para presionar y contrarrestar a todos aquellos generadores de violencia y segundo, internarse en la familia, convivir, concentrar energías y buena voluntad a ese núcleo que nos vio crecer.

En la primera opción -los grupos sociales- el compromiso se consolidó con la creación de colectivos integrados por madres comunitarias o grupos de las juntas de acción comunal, con una cercanía afectiva a personas vulnerables a la drogadicción y narcotráfico. En la segunda opción, convivir con el miedo, terror e impotencia era complicado, y habría que estar conscientes que para tener el control y equilibrio necesarios de esos sentimientos, la respuesta correspondía más al ámbito familiar y personal de todos. Tener la mejor calidad de vida posible en la familia fue el rumbo que tomaron los colombianos, porque ¿sabe de qué estaban seguros?  Que esa calidad de vida a la que aspiraban, no la encontrarían en la sociedad al menos inicialmente.

El doctor Castrillón cree que la llamada colombianización no sólo está en el escenario actual de México, por el contrario, confía en que al igual que ellos, nosotros los mexicanos, empecemos a sostenernos de las raíces individuales: nuestros afectos.