Domingo, 24 de Noviembre 2024
México | PUNTO CIEGO POR GABRIELA AGUILAR

La esperanza

Hace unos días le pregunté a un psiquiatra sobre dónde podríamos buscar la esperanza

Por: EL INFORMADOR

Gabriela Aguilar.  /

Gabriela Aguilar. /

Resumen de lo encontrado en los diccionarios: estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos, valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad; en la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido, corresponder el efecto o suceso a lo que se esperaba y quizá, la definición que más me agrada para cualquier ocasión, esperar, con poco fundamento, que se conseguirá lo deseado o pretendido.

Hace unos días le pregunté a un psiquiatra sobre dónde podríamos buscar la esperanza, si la mejor noticia para muchos es que precisamente este 2010 está a punto de concluir.

Le comentaba que me parecía complicado tener un sentimiento o actitud de esa naturaleza, por la realidad general del país y la sensación de que lo que está por venir, será peor.

Y él me hizo referencia a la condición natural que los seres humanos tenemos y se nos olvida trabajar, aquella que nos permite ver de una manera positiva lo que tenemos y lo que queremos.

Y entonces recordó y trajo a la conversación al filósofo alemán Ernst Bloch, aquel que centraba fuerza e importancia a la utopía, “plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación”, según la Real Academia Española.

Se vale y hasta se necesita tener esperanza, decía mi amigo especialista, para poder vivir de una manera mejor.

Y si nos detenemos un instante, en estos últimos días del agónico 2010, dejamos atrás rápidamente el ajetreo de las compras, posadas y compromisos de Navidad, el papel, las cajas y moños seguramente ya están en la basura y ahora, de manera sistemática gran parte de la gente se concentra en los propósitos de año nuevo, los rituales y la compra de ropa interior roja.

Y más tarda en llegar el primer día de 2011 cuando hay que preocuparse por la cuesta de enero y el pago anual de impuestos. Y así, como autómatas, corren los días sin darnos cuenta que ahí está esa palabra que puede ayudarnos a lograr lo que se quiera.

“La esperanza debería formar parte del día a día, y no del último respiro del año”, continuaba el psiquiatra, “es época también de depresión, hartazgo, desenfado y falta de compromiso”.

Y luego el diálogo llegó a la parte de la resistencia, la que se alimenta del “poco fundamento” como dice una de las definiciones mencionadas al inicio, y convierte la intención en reacciones negativas y nocivas al pensamiento.

Hay dos caminos, dejar pasar la esperanza a nuestra vida o resistirse e ignorar la posibilidad siquiera de pensarlo. La plática concluyó con lo que termina este texto: “La esperanza la puedes encontrar en un saludo, en una sonrisa, en un gesto de amabilidad hacia el otro, si es desconocido mejor, la esperanza la encuentras en la paciencia y en la tolerancia hacia ti y los demás”.

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