La casa del terror

Está en Apan, Hidalgo, y tiene 80 años en pie. Es de adobe y ladrillo, con vigas de madera y techos altos. Por fuera, esta casona convertida en primaria pública tiene ya tantas capas de pintura en su fachada, que aparenta, sin grietas visibles, ser un lugar apto para la educación de más de 150 niños.

Pero en realidad el inmueble se parece más a una casa del terror que a un centro educativo: sus vigas están vencidas y tronadas, las losas debilitadas, la humedad invade todas las paredes y las fallas estructurales están a punto de colapsar el edificio, según Protección Civil. La directora no ha podido encontrar alternativas de solución en los gobiernos municipal y estatal.

El arreglo de la estructura es la primera opción, pero es costoso por la edad del edificio y por los permisos del INAH, pues está catalogado como histórico. La segunda es reubicar a los estudiantes en los pasillos de las oficinas del DIF, pero no caben y donde sí caben, en la cancha de futbol de una unidad deportiva que está al aire libre, es cosa de que llueva para que se vuelva un lodazal.

Ante eso, la directora María Estela prefiere quedarse donde está y rezar para que ni tiemble ni llueva fuerte. Cansada de enviar documentos y solicitar audiencias, ya preparaba los botes de pintura azul para darle una nueva “maquillada” a las paredes, techos y vigas... otra vez.

Parece un caso extremo, inédito, de esos que no hay dos, pero lo cierto es que es una más de las miles de deficiencias de infraestructura que existen en los planteles educativos de todo el país. En 2007, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) presentó un estudio, titulado Infraestructura Física y Equipamiento en las Primarias y Secundarias de México, en el que advertía que la mitad de las escuelas básicas del país tenía problemas de conservación y mantenimiento.

Esta primaria de Hidalgo, esta casa del terror, sirve como analogía del sistema educativo mexicano, que con el paso de los años ha recibido tantas capas de pintura que aparenta tener una fachada decente. Sin embargo, en su interior cuenta con una estructura deteriorada, vieja, llena de privilegios y que requiere de un verdadero cambio porque de otra forma se colapsa. Lo expone con firmeza el estudio “Brechas. Estado de la Educación en México 2010” de la organización Mexicanos Primero, que puede consultarse en internet: los niños no están aprendiendo lo que necesitan para la vida y tras nueve años de ir diario a clases, y llevar tooodos los días clases de español y matemáticas, no saben leer ni multiplicar.

La lista de deberes es clara: los maestros deben ser sometidos a evaluaciones de la misma manera en que ellos evalúan a sus alumnos y deben ser capacitados o removidos quienes reprueben. Sus salarios no deben depender de su fidelidad al sindicato o su simple antigüedad en la plaza, sino de su capacidad docente y el desempeño de sus educandos. Los gobiernos —de izquierda y derecha— deben olvidarse de la colusión política con los sindicatos, sea el de Elba Esther Gordillo o la CNTE, y empoderar a los padres de familia como rectores de la escuela (el modelo que ha llevado desarrollo a las naciones mejor evaluadas del mundo). Mamás y papás deben dejar de considerar al colegio como esa guardería nacional capaz de encargarse de los niños por unas horas y apostar por involucrarse en qué aprenden y qué les enseñan a sus hijos; meterse a la escuela, pues. En pocas palabras, hacer que la educación deje de resolverles el presente a los adultos y empiece a trazar el futuro a los menores de edad.

Saciamorbos
 
Ante el incendio en su tienda en Culiacán, la muerte de seis de sus empleadas que quedaron atrapadas y los señalamientos de la Secretaría del Trabajo sobre el incumplimiento de medidas de protección laboral en sus instalaciones, para la defensa legal de la familia Coppel, importantes financiadores de la campaña de Felipe Calderón a la Presidencia de México, prestan sus servicios un ex secretario de Gobernación y un ex dirigente nacional panista.