La Luna

No sé si la culpa es de la primavera, o porque estoy a tres años de merecer credencial no del CISEN, sí del INSEN (Instituto Nacional de la Senectud, ahora de las Personas Adultas Mayores), pero hoy no estoy para muchas seriedades.

La protagonista de la semana fue la espléndida Luna. La prefiero por sobre las imágenes en primer plano del dictador de Libia que guapo no es y aparece amenazante en los noticieros.
Con la Luna estrenamos energía, aunque no hayamos ido a Chichén Itzá o Guachimontones.
Fue una Luna de lujo y éstos han sido días en que da gusto ver en los campus universitarios las sandalias y las piernas frescas de las muchachas, así como las jacarandas, primaveras y bugambilias que se burlan de nuestras prisas callejeras.

Fue semana de sacarle entre muchos la lengua a una iniciativa legal en Jalisco, que gracias a su ambigüedad, y a la experiencia que tenemos por acá de conocer a los muchachos que la promueven, merecían nuestra desconfianza plena. Castigar a los médicos que esterilicen sin el consentimiento de quienes debieran darlo, parece muy correcto en principio, pero esta propuesta para el Código Penal ya existe en los protocolos médicos referida únicamente a la persona afectada (ninguna intervención se debe hacer sin el consentimiento del paciente, en singular), y en leyes que prohíben la esterilización forzosa. Cruzada con el texto propuesto en el Código Civil donde dice que determinadas decisiones, como el número y espaciamiento de hijos, etcétera, se tomarán conjuntamente por la pareja, amarra la sospecha de que las interpretaciones dejarían a la mujer, que es quien acude mucho más frecuentemente a esterilizarse, con menor autonomía en sus decisiones. Ya, sin dicha reforma, faltando a sus deberes, hay médicos que no respetan las decisiones de sus pacientes, mujeres casadas, y exigen el permiso del marido aunque las maltrate, las tenga cargadas de hijos, mal comidas y sin afecto (casos conozco); ¡qué sería si se deja la ambigüedad! ¡A producir, gallinas, dijo el gallo! Eso es seguir con una idea de que los vientres femeninos son patrimonio de los varones cónyuges. Por eso digo que la protagonista de la semana fue la Luna. Ella no es ambigua. Fue clara, y nos iluminó sin dudas.

Podemos invocar aquello de que por sus frutos conoceremos las intenciones. Con quienes han manifestado en Jalisco abierta homofobia, machismo, cerrazón a entender que lo importante es formar conciencias, prevenir, educar, preservar derechos, respetar diferencias, en vez de imponer lo que creen que es un bien —pues en la mera imposición de ése “su” bien, ya están haciendo un daño—, la sospecha ha lugar.

Por supuesto que es deseable que las decisiones centrales de un matrimonio se tomen de común acuerdo, y en armonía. Pero hay realidades que no son así. Y al derecho no toca abrumar de más lo ya nublado.