Miércoles, 22 de Enero 2025
México | Sostiene que Estados Unidos se niega a reconocer el aporte de los migrantes

La Iglesia condena omisiones para legislar sobre la trata de personas

En un artículo editorial, el órgano periodístico eclesial sostiene que Estados Unidos se niega a reconocer el aporte de los migrantes

Por: EL INFORMADOR

El cardenal Norberto Rivera durante la ceremonia religiosa en la Catedral Metropolitana. NTX  /

El cardenal Norberto Rivera durante la ceremonia religiosa en la Catedral Metropolitana. NTX /

CIUDAD DE MÉXICO.- La Iglesia Católica condenó la omisión de México y Estados Unidos en políticas públicas que acaben con el tráfico de migrantes para resolver sus lamentables consecuencias humanitarias, económicas, sociales y de seguridad pública.

El editorial del semanario “Desde la Fe”, que publica la Arquidiócesis Primada de México, retoma el dato de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga, que reporta que el tráfico de migrantes en México deja ganancias por seis mil 600 millones de dólares al crimen, cifra incluso superior a la del narcotráfico.

Ese delito y las enormes ganancias que genera alimentan un “monstruoso cuerpo criminal” en México, al que Estados Unidos cataloga entre los 10 “ejércitos” más poderosos del mundo en función de los recursos que maneja, recordó en el texto.

Resulta indignante que ni las autoridades estadounidenses ni las mexicanas hayan intentado abrir una agenda para construir una reforma migratoria que beneficie a ambas naciones.

“La migración forzada y la coacción de los indocumentados no puede sino provocar dolor y vergüenza en la sociedad mexicana”, externó la jerarquía católica en el texto titulado “Tráfico de migrantes, omisión criminal”.

La semana pasada, Antonio Mazzitelli, representante de la Oficina Regional de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) para México, Centroamérica y el Caribe, informó que este negocio ilícito deja dividendos anuales de seis mil 600 millones de dólares sólo por el tráfico de migrantes mexicanos a Estados Unidos.

Por un lado, Estados Unidos ha rechazado sistemáticamente una reforma integral que reconozca el aporte de los migrantes al desarrollo económico, social y cultural de su país, mientras que México ha abandonado la lucha por conseguir esa imprescindible reforma.

El tráfico, el secuestro y la coacción de migrantes es una preocupación de prioritaria atención humanitaria, pues urge que el ser humano sea redignificado en toda su esencia; ninguna autoridad, institución o sector social debe quedar ajena a esa “cosificación” del individuo que reduce a la persona necesitada a mercancía y moneda de cambio.

“Mientras existan leyes que criminalizan a los migrantes y se mantenga el desinterés por resolver las causas y las consecuencias de la migración, ellos serán objetivo muy rentable para las bandas criminales”.

Mantener las cosas como están significa la persistencia de la violencia con el riesgo permanente para la relación bilateral, la seguridad y la estabilidad de ambas naciones, advirtió en el editorial del semanario.

“El tráfico de indocumentados genera un exorbitante capital que alimenta un monstruoso cuerpo criminal”, asevera el periódico católico “Desde la Fe”

Rechaza imposiciones

Rivera: católicos tienen derecho a proclamar su fe


CIUDAD DE MÉXICO.- El cardenal Norberto Rivera Carrera reivindicó el derecho de los creyentes católicos a proclamar su fe y su visión del mundo no sólo a través de las oraciones en los templos, sino también en la práctica y en la plaza pública.

Durante su homilía dominical en la Catedral Metropolitana, señaló que nadie tiene derecho a imponer al cristiano que esconda su fe y las certezas que le da su religión, pues “tiene derecho a proclamar lo que cree y nadie lo puede callar”.

En el cuarto domingo de Cuaresma, el arzobispo primado de México indicó en su sermón que es equivocada, o al menos mal entendida, la representación de la fe como una mujer con los ojos vendados pues simbolizarla así es como un “creer lo que no vemos”.

Por el contrario, subrayó, la fe debe entenderse como un ciego que recibe la luz, porque es precisamente una visión, un don que permite ver lo que antes no se veía.

La fe da al creyente una visión de la vida y sirve no sólo para buscar respuestas a las interrogantes ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? o ¿a dónde vamos?, sino que responde a las interrogantes existenciales del presente, como son la justicia social, la cuestión laboral, la enfermedad, el matrimonio y el aborto.

En este sentido, el cristiano tiene derecho de proclamar públicamente su visión de la vida en todos los aspectos de su condición humana.

Es imposible imponer la esquizofrenia o la dualidad a un hombre religioso al pedirle que se comporte de una manera como ciudadano y de otra muy distinta como creyente, como si la fe fuera un vestido de gala que se saca del guardarropa para ir los domingos a misa, externó.

El creyente tiene derecho a extender su visión de la vida basada en la fe a la política, la economía, lo social o la familia, sin temor a las consecuencias, ya que no se puede dividir y ser una persona adentro y otra fuera de su iglesia.

Cristo expresó esta idea de manera muy sencilla al manifestar que los creyentes deben ser “luz del mundo, porque la luz no se enciende para ponerla debajo de la cama, sino para ponerla en el candelero y que ilumine toda la casa”.

Tampoco se puede reducir la fe cristiana al conocimiento del Credo, ni a una moral ni a unos ritos que necesariamente deben estar incluidos, porque debe ir hasta la aceptación de la persona de Jesús como Dios y hombre verdadero.

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