México | Los anteojos de Baskerville por Carlos Lara G. LOS ANTEOJOS DE BASKERVILLE Mal digería el reportaje de Jorge Fernández Menéndez sobre lo que cobran los narcocantantes por componer canciones a los capos de la droga, cuando vi cómo uno de ellos, de 40 años de carrera, utilizaba a una institución del periodismo mexicano Por: EL INFORMADOR 10 de abril de 2010 - 04:33 hs Periodismo ramplón Luego de leer el vacío reportaje de don Julio Scherer en el semanario “Proceso” de esta semana, y esa portada en la que “El Mayo Zambada” le abraza, protegiendo y pareciera que intimidando al experimentado periodista. Luego de ver la defensa de Carlos Marín a las fotografías publicadas del cadáver de la niña Paulette Gebara Farah, no puedo más que lamentar el avance del periodismo ramplón. Mal digería el reportaje de Jorge Fernández Menéndez sobre lo que cobran los narcocantantes por componer canciones a los capos de la droga, cuando vi cómo uno de ellos, de 40 años de carrera, utilizaba a una institución del periodismo mexicano. Conocí a Don Julio en uno de los desayunos que organizaba en el Club de Industriales de la Ciudad de México, don Juan Sánchez Navarro; tiempo después supe que ya no quería asistir a ellos, por dificultades para escuchar, que no quería ser visto así por sus amigos. Sin embargo ha dejado claro que al infierno bajaría incluso con aparato auditivo. El capo del cártel de Sinaloa tenía interés de conocerlo, según relata en su reportaje. En efecto para dar un mensaje a través de su persona al Gobierno federal. La entrevista es lo menos, es el motivo y la intención lo que se cuestiona. Don Julio ejerce bien el secreto profesional, pero en un tema y en un momento en el que considero no valía la pena. En relación a lo que Carlos Marín considera el rescate de la buena nota roja. El meticuloso periodista parece no considerar el derecho de imagen. Ese derecho de la persona a decidir sobre la comunicación de su imagen física y a evitar que, sin su consentimiento (En este caso el de los tutores) se capte, reproduzca, difunda o se explote comercialmente, como él lo hace. Para Carlos Marín no existe el derecho a la vida privada, que tiene por objeto el respeto a un espacio personal de libertad de actuación. Un derecho fundamental a no ser molestados por nadie en el núcleo esencial de las actividades que legalmente deciden mantenerse fuera del conocimiento público. Los practicantes del periodismo ramplón deberían saber que el artículo 7 de la Constitución establece como límite a la libertad de prensa “el respeto a la vida privada”. La actividad informativa de los periodistas ramplones genera daños morales si se realiza fuera del ámbito del derecho, y la teoría de la responsabilidad civil establece la reparación del daño por difusión de información privada o utilización de imágenes sin autorización. De la misma manera que la política ha corrompido al narcotráfico, el periodismo ramplón está corrompiendo al periodismo de investigación. Es una pena que el prestigio de don Julio Scherer sirva de peldaño al narcotráfico, y el periodismo ramplón de Carlos Marín de apología a la nota roja. Temas Los anteojos de Baskerville Tertulia Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones