‘‘Injusto e irresponsable’’

El Presidente Felipe Calderón cruzó la frontera del cuarto al quinto año de Gobierno y llegó a la fecha simbólica de la entrega de su informe al Congreso de la Unión portando varias medallas en el pecho, pero ostentando también un tache en la boleta de calificaciones.

Borrados del mapa del crimen organizado en el país y más allá de sus fronteras (mapa que, por cierto, se recompone, se desdibuja y vuelve con otras formas y contornos casi de inmediato), los nombres de tres capos del narco han sobresalido entre los puestos fuera de combate en la lucha por la seguridad a la que Calderón ha apostado con todo desde el primer día de su mandato. Arturo Beltrán Leyva, Ignacio Coronel y Édgar Valdez, los dos primeros ya del lado de los muertos, el tercero apenas capturado en un extrañísimo episodio incruento para entrar en los apéndices del cuarto informe calderonista, son trofeos con los que se adorna el escaparate victorioso, apenas visible entre el amontonamiento de decenas de miles de víctimas que ha dejado esta guerra.

En los sectores políticos y sociales del país hay asentimiento, pero no convencimiento de que la lucha la estén ganando los buenos. La corrupción permea en las filas de las corporaciones de seguridad, cuyos elementos de base, pero no sólo ellos, reciben jugosas subvenciones de los delincuentes para “completar” sus quincenas, según ha reconocido el titular de Seguridad Pública federal; la baja de más de tres mil elementos de esta propia dependencia, que sería motivo de escándalo en cualquier país y en cualquier momento, se vio opacada por la captura de “La Barbie”, el lunes pasado. Mediáticamente hablando, un capo tras las rejas ha resonado más que la confirmación de que las cosas siguen podridas entre los que van tras los criminales.

Calderón ha logrado colocar el mensaje de que se están dando golpes contundentes. Pero ahí está también el veredicto del Tribunal Electoral Federal, también muy cercano a su informe, que lo ha encontrado culpable de violentar la ley al hacer propaganda en tiempos de campañas para votaciones locales apenas en junio pasado. No hay sanción, pero ha pasado por encima de lo que prescribe la Constitución y eso es indebido, han dicho los magistrados. En ese tache encontrará la oposición política una poderosa arma para tratar de restarle autoridad moral de cara a la contienda presidencial que ya se ha abierto. Al tiempo.

Con todo, Calderón pidió el miércoles en Palacio Nacional que todos los actores políticos y sociales tengan la grandeza necesaria para superar los desacuerdos legítimos, porque es “injusto e irresponsable” que las diferencias se conviertan en un freno para el progreso del país.

Ahí queda: ¿Antesala de un auténtico diálogo, o nueva llamada a misa?