Identidad, dignidad e integridad

Viajar al pasado, sin perder la perspectiva del presente, es nuestro desafío al concluir este conmemorativo septiembre.
Natura y cultura, ética de valor inalterable y moral idealizada durante 200 años, son la propuesta para nosotros, 110 millones de mexicanos, inmersos en el sistema global impuesto por la tecnología.

Transitamos un mar de confusión ante el conocimiento actual. Políticos e ideólogos aún carecen de capacidad para ofertar una existencia de bienestar, sustentada y consolidada en el esfuerzo individual.

La guerra al crimen intenta imponer respeto y solidaridad. Sin embargo, seguridad y tranquilidad, respeto, orden y disciplina se pierden en la confusión de la difusión de enaltecedor sentimiento por quienes integran la nómina precursora de la libertad, la equidad y la justicia.

Se impone la reflexión respecto a valores, unos constituidos y otros omitidos, en 100 y 200 años, por intereses finalmente perecederos, dándonos la perspectiva actual de insatisfacción a requerimientos insospechados hace apenas dos o pocas más décadas; conocimientos de más y nuevas fórmulas de vida en sociedad con democracia.

Próxima conmemoración del inicio revolucionario promete y acerca, de manera simultánea, a los Sentimientos de la Nación; promulgación de Morelos en el ya lejano 1814; entonces con otros parámetros pero con el mismo fin de lograr la prosperidad compartida.

Volver al pasado es imposible, mas no su reclamo, con más o menos pobladores bajo el estigma de la desigualdad y factores contribuyentes nuevos, entre los que destaca el tráfico y uso de estimulantes en un proceso de distorsión y potencial destrucción de familias en su porción más sensible: la juventud.

Vuelve a ser la familia la célula esencial con el peso insustituible de la educación, la poseedora del atributo capaz de romper con estigmas reductores de capacidad en la competencia internacional.

Sí, es asignatura del gobernante honesto la promoción de unidad con sentido seguridad integral que conlleve la elevación el nivel de identidad personal y dignidad social. Un camino inicial es la difusión del idealizado ejemplo pasado, motivador de superación reductor de miseria.

Autodeterminación sin dictadura sintetizan, y respectivamente simbolizan Bicentenario y Centenario, de propósitos insurgentes y revolucionarios al amparo de libertad en su concepción de tiempo, espacio y circunstancias.

Hoy, el pensamiento traspone fronteras en proceso constante y permanente evolución que auspicia la tecnología; más empleada y dominada por las nuevas generaciones en competencia con las mayores a quienes cuesta trabajo asimilarlas con la sola, aunque insustituible, herramienta de la experiencia.

El día presente abre la posibilidad de fusionar conocimiento y sabiduría, con el correspondiente respeto de sus valores. La historia aportó su legado al fugaz presente que impone sus propios retos, forjadores también de historia centenaria.
Dios nos guarde de la discordia.