Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | VISIÓN Y DECISIÓN POR CARLOS CORTÉS VÁZQUEZ

Hillary Clinton en México

Carencia de unidad es el pasivo actual en la sociedad mexicana toda, donde achacamos malestares a las autoridades sin observar y meditar sobre el comportamiento propio

Por: EL INFORMADOR

Carlos Cortés.  /

Carlos Cortés. /

La inseguridad en nuestro país marcó la pauta de la entrevista, con derivaciones al tráfico de drogas y armas, sin soslayar la potencial intervención de tropas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como está ocurriendo en Haití; además del tema relativo a los indocumentados centroamericanos que, según algunos medios, han sido interrogados en nuestro territorio por agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI).

Si la división entre los se sectores políticos propició la anarquía con el grave deterioro a la seguridad, habría de ser muy transparente el desempeño de las autoridades, a quienes en más de un caso se acusa de complicidad y consecuente corrupción, con el cobro de pasivos que arrojan cifras elevadas de venganzas y crímenes afectando a familiares e inocentes. Las armas y el narcotráfico tienen origen y destino.

Si la inequidad se manifiesta en insatisfacción y búsqueda de solución económica en América Latina, dentro de las filas del crimen organizado con filias y fobias, ningún freno encontrará actitud positiva sin el acopio de legítima dignidad entre los pueblos. Centroamérica es reproductora de niños, jóvenes y adultos, varones y mujeres que, por desgracia, tampoco encuentran el abrigo deseado en México.

Un caso concreto: La inconformidad, derivada primero del infortunio natural en Haití, abrió la miseria en expresiones electorales de un proceso inconcluso con nuevas víctimas a las que tratan de controlar con fuerzas militares. Nuestro caso es exponencialmente similar con actuales focos de atención en Guerrero el día de hoy y en otras anteriormente prósperas ciudades otrora con atractivas fuentes de empleo.

Carencia de unidad es el pasivo actual en la sociedad mexicana toda, donde achacamos malestares a las autoridades sin observar y meditar sobre el comportamiento propio. El diario transcurrir por las calles lo hacemos con el temor de vernos envueltos en una desgracia inesperada. Hemos perdido al valor de la añorada tranquilidad del pasado; que sólo retornará con el cuidado de actos propios y la práctica de sana convivencia.

Estamos inmersos en una cultura de violencia, que no por compararla con la de otros pueblos, con más o menos problemas, nos exime de enfrentar la circunstancia propia sin esperar el auxilio de organismos ajenos, también y rebasados a pesar de su fuerza sorpresiva.

La responsabilidad social llama a la unidad en el sincero propósito de alejar la violencia en cualquiera de sus múltiples expresiones, como en el pasado, sin auspiciar las intenciones del extranjeras que por propia conveniencia a poner un orden que no hemos sabido mantener por nosotros mismos. ¡Ni una gota más de sangre! Eh ahí el reto más valiente.

Dios nos guarde de la discordia.

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