¿Golpe engañabobos?

En México parece moda. Y César Nava no se quedará atrás. Pero no son nuevos, en México y el mundo, los casos en que el poder y el vodevil se convierten en poderosa mancuerna que —literalmente— encanta a las masas. Ejemplos históricos aparecen en la populista pareja de Perón y Evita y en la trágica relación de John Fitzgerald Kennedy y Marylin, la diosa de la pantalla.

En el México del partido único, de la doble moral priista, la relación del político y la actriz estaba condenada al clandestinaje. Díaz Ordaz y “La Tigresa”, López Portillo y la Montenegro… hasta que el poder político oteó el poder de convocatoria —de votos—, de actrices y actores, a los que llevó a cargos de elección popular. Hoy es común que políticos que aspiran a gobiernos estatales y al poder presidencial gustan de una pareja actriz.

Como ayer, la mancuerna parece que hoy es igual de efectiva. Tanto que el puntero en la contienda presidencial — Enrique Peña Nieto— la convirtió en parte central de su estratagema mediática, en su campaña político electoral; y muy pronto será algo así como “la boda del año”.

Tanto, que el más aventajado presidencial de la llamada izquierda —Marcelo Ebrard— hizo de su boda todo un evento político y cultiva con esmero esa veta. Tanto que el puntero del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al Gobierno de Hidalgo —Omar Fayad— tiene una carta nada despreciable bajo la manga. Otro que cree haber sido tocado por la mano divina, la de la sucesión presidencial por el Partido Acción Nacional (PAN) —César Nava—, sorprendió a todos con la futura boda entre político y actriz.

¿Qué cambió en el político y gobernador mexiquense, su nueva relación con una reconocida actriz? ¿Qué cambió en el brillante político y calculador jefe de Gobierno del Distrito Federal? ¿Qué modificó en el potencial gobernador de Hidalgo? ¿Y qué cambiará en el inexperto y vapuleado líder nacional del PAN? En realidad la respuesta a las anteriores interrogantes corresponde a la intimidad de cada una de esas parejas.

Sin embargo, en tanto profesionales del poder, los diseños políticos, estratégicos, de imagen y popularidad de Enrique Peña Nieto, Marcelo Ebrard, Omar Fayad y César Nava, son de la competencia de los ciudadanos y potenciales electores. ¿Por qué? Porque la mancuerna político-actriz es una ecuación que —a querer o no— altera la resultante de toda competencia electoral. ¿Cuánto influye; para bien o para mal? ¿Es un ardid engañabobos? Al tiempo.

En el camino

Por cierto, más sobre César Nava, hoy (jueves) en Filomeno Mata 8, donde se presentará el libro “Camisas Azules Manos Negras”, de Ana Lilia Pérez. Presentan Álvaro Zepeda, Miguel Badillo, José Reveles y Alfredo Jalife.