Sábado, 23 de Noviembre 2024
México | SECO Y DIRECTO POR CARLOS CORVERA GIBSONE

Gajes del oficio

Se ha creado un nuevo guión para convertir las noticias en películas de narcos, de violencia, de mostrar la cruda realidad en toda la expresión sangrienta de la palabra ‘‘morbo’’

Por: EL INFORMADOR

En el siglo XXI, los medios de comunicación no sólo informan, no sólo se limitan a dar noticias, sino que crean estados de opinión y, por ende, ideologías; moldean la imagen que la sociedad moderna se forma del mundo contemporáneo.

Se ha creado un nuevo guión para convertir las noticias en películas de narcos, de violencia, de mostrar la cruda realidad en toda la expresión sangrienta de la palabra “morbo”. Novelas acerca de secuestros, niñas y niños asesinados y la incapacidad policiaca para esclarecerlos. Noticias que parecen decir “continuará mañana”.

Otro género muy socorrido por el poder de la manipulación, es el de los derechos humanos. Permítanme comentar un solo ejemplo. “The Economist”, revista foro de expresión del mundo de los afortunados, ha titulado varias veces sus editoriales con la pregunta: “¿Cómo alimentar al mundo?”. ¡Semejante actitud reduce al ser humano a un mero aparato digestivo! Para apaciguar los remordimientos de conciencia se crean organismos internacionales encargados de proporcionar la noblemente llamada “ayuda humanitaria”: unos sacos de maíz por allí, otros sacos de arroz por allá. Nadie dice alto y claro que tan caritativa actitud degrada a la persona a la que, en teoría, se desea ayudar. Convirtiéndola en nada más que boca, estómago e intestinos, ¡se le arrebata la plenitud de su condición humana! desde el punto de vista ético. De ahí que la ética tenga tanta importancia. No sólo en este oficio. En todos. Pero en éste resulta primordial, porque insisto, de nuestra labor dependerá la visión del mundo que se forme el hombre contemporáneo. Y el vertiginoso desarrollo técnico y tecnológico de nuestra época tiene como escenario un mundo sumido en un caos ético. Habrá que saber interpretar tanto el desarrollo tecnológico como el caos ético. ¿Y a quién corresponderá hacerlo, sino a los “moldeadores” de la opinión pública?

Por eso la formación del profesional de los medios de comunicación nunca acaba, sino a diario empieza. Y tendrá que prolongarse durante toda la vida, pues nuestros lectores, al formarse también ellos durante toda la vida, nos colocan el listón cada vez más alto. Si son cada día más competentes, y lo son. “Si queremos ser creíbles, fehacientes e influyentes, tendremos que ir siempre un paso por delante de los destinatarios de nuestro trabajo, que nos percibe como su fuente de información, educación y formación” (Kapuscinsky).

¿Y qué decir de la competencia que tienen que demostrar aquellos cuya misión consiste en crear estados de opinión? Si queremos satisfacer sus expectativas, debemos hacer el esfuerzo de acumular más conocimientos y más aprisa que ellos. Si no hacemos así, primero nos ignorarán y más temprano que tarde nos rechazarán. Esta sola razón justifica el calificativo de “nada fácil” y “sumamente exigente” las características de esta apasionante profesión.

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