Frankenstein 2012

Cada que se acerca una elección presidencial nos invade el sentimiento de terror al tener que votar por alguno de los candidatos. Todos nos parecen impresentables y ninguno digno de ser presidente.

Lo primero que habría que hacer es quitarle importancia al presidente. Si, efectivamente fueron tan bestias como decimos que fueron, entonces podemos estar de acuerdo en que a estas alturas y después de Fox da casi lo mismo quién sea el próximo.

La mejor manera de quitarnos el miedo es creando nuestro propio monstruo, un Frankenstein particular hecho con retazo de político y bofe de funcionario público (de venta sólo en carnicerías de prestigio) con las características deseables del presidente ideal. He aquí el mío.

De entrada, que sea mujer. Una de las cosas que más frenan la toma de decisiones en el país es el machismo político. Lo que impera en las relaciones políticas es la necesidad instintiva de vencer al otro, de marcar territorio y de imponer la voluntad.

Los hombres, decía la filósofa catalana Victoria Camps, son por naturaleza obsesos, tienen siempre un solo tema en la cabeza y una sola forma de ver el mundo (pregúntenle a Calderón).

El problema es que en el sistema político machista que hemos construido sólo hay espacio para las mujeres que logran pensar y actuar como hombres.

Por donde se le vea, el principal problema de México es social. La desigualdad y la pobreza están hundiendo a este país. Mi Frankenstein 2012 es un presidente cuyo gobierno gire fundamentalmente en este tema.

Ya tuvimos varios que atendieron el tema económico (De la Madrid, Salinas y Zedillo), uno que decidió que el tema central del país era la construcción de instituciones para la democracia (Fox) y otro que puso el énfasis en el combate al crimen organizado (Calderón).

Con la misma urgencia que los anteriores atendieron los temas que en su momento eran o se consideraron los más importantes, si el próximo presidente no hace énfasis en lo social, el país será cada día más ingobernable.

Oportunidades pata todos, justicia para todos, salud para todos, educación de calidad para todos. Sea del partido que sea, el próximo presidente debe cantearse a la izquierda.

El gran problema en el ejercicio del poder es que éste reclama, exige ser conservado. El anillo del Tolkien es la mejor metáfora del poder. El Frankenstein ideal debe tener pocas ataduras con su partido para construir un Gobierno con visión de Estado.

Quien ha estado más cercano a ese ideal fue Ernesto Zedillo, que le valió el odio y el desprecio de su propio partido. Fox y Calderón por el contrario han puesto en riesgo el país en función de la conservación del poder.

Mi presidente ideal es pues mujer, de izquierda y con poco arraigo en el o los partidos que la postulen. Como mi Frankenstein ni el de ninguno de nosotros va a competir, hay que buscar al animal político que se parezca más a nuestro propio monstruo.