Feria de las desconfianzas

La Cumbre se había ido de Guadalajara dejándole abierto sólo un hueco a la expectativa de gente que esperaba cambios en el Tratado de Libre Comercio para América del Norte; pero un eco se quedó taladrando ciudades y caminos. Que habían detenido a un sujeto que admitía haber planeado atentar contra el Presidente Felipe Calderón. Con la rapidez del rayo, el Senado de la República se asomó por ese camino empedrado y ha reforzado con prontitud las filas de la institución presidencial.

La desconfianza, sin embargo, también llegaba ahí, aupada sobre la memoria del Partido Revolucionario Institucional. “Esto más parece una estrategia de Antonio Solá”, declaraba el senador priista Fernando Castro Trenti. Y convocaba a todo su partido, y a toda la oposición, a que se tomaran con reservas este tipo de informaciones.

Y remachaba: “Muchos dicen que es una estrategia de Solá para generar alrededor del Presidente un sentimiento de solidaridad que le permita rehacerse con lo que su partido no le pudo dar. Nosotros, al margen de esas reflexiones, decimos que la Presidencia de la República debe estar blindada y garantizada”.

Exactamente eso mismo había dicho, hacía unos minutos, el senador jefe de la bancada perredista Carlos Navarrete. La institución presidencial, decía, tenía que ser reforzada no sólo con seguridad pública y el Ejército, sino también con el apoyo de las demás instituciones de la República.

Y advertía el perredista: “Creo que ahí el Estado mexicano tiene que hacer uso de todos sus recursos y de sus fortalezas, para que no vayamos a sumar una crisis política por un atentado contra representantes del Estado mexicano, en cualquiera de sus ámbitos”.

Todavía fue más allá el senador Felipe González, de Acción Nacional: “Siempre deben estar alerta los equipos de seguridad, porque se pueden dar cosas, y más aún en un país donde tenemos la sensación de que hay políticos metidos con el narco, porque eso hace una combinación muy explosiva”.

La reunión en Guadalajara de los presidentes de Estados Unidos y México, y el primer ministro de Canadá, apenas iba camino de su asimilación en el Congreso General.

Diputados y senadores del PRI, PRD, PT y PC cabildeaban desde temprano la “urgente necesidad” de llevar el tema a la sesión de la Comisión Permanente, mañana miércoles.

A nadie en San Lázaro y Xicoténcatl había sorprendido el resolutivo final de Guadalajara: el canadiense Harper, reacio a hacer algo por la quita de la visa aquella, y el estadounidense Obama inamovible en su determinación de sólo reforzar los vasos comunicantes con México en materia de seguridad pública y seguridad nacional.

En el anochecer del lunes, senadores se preguntaban cuáles habían sido en realidad los compromisos de Felipe Calderón. El tema de la soberanía, entendida ésta como la prohibición expresa de que el suelo mexicano no sea pisado por militares extranjeros, comenzaba a ser tema de conversación en oficinas del PRI y PRD de San Lázaro.

Desconfiaban. Y así lo manifestarán este miércoles, cuando le exijan al Presidente Felipe Calderón, en la sesión de la Comisión Permanente, que informe con veracidad los compromisos a los que llegó el domingo en la noche y lunes, durante las reuniones que sostuvo particularmente con Obama, en materia de seguridad, el tema toral para el presidente estadounidense.