Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Ética política

Fernando Gómez Mont no era un panista cualquiera

Por: EL INFORMADOR

Fernando Gómez Mont no era un panista cualquiera. Fue miembro del Comité Ejecutivo Nacional; integrante del Consejo Nacional, máximo órgano partidista al que sólo pertenecen los militantes más distinguidos. Es miembro de una de las familias ilustres que le dieron al PAN origen y destino. Entonces, ¿por qué le da un hachazo al árbol genealógico?

Hipótesis 1: A fines del año pasado, el secretario de Gobernación, a nombre del Presidente, solicitó el apoyo del PRI para la aprobación del paquete fiscal 2010. A cambio, el Gobierno ofreció liberar recursos presupuestales empantanados y otorgar mayores partidas a los gobernadores. Uno de los compromisos era evitar cualquier alianza panista contra el PRI.

Fernando Gómez Mont aceptó las condiciones (seguramente con la venia de Felipe Calderón); empeñó honor y palabra. El apoyo de los diputados súbditos de Ulises Ruiz y Enrique Peña Nieto, era clave. Hace tres semanas, el gobernador de Oaxaca se enteró del aval “perre-pete-panista” al senador Gabino Cué; reclamó a Gómez Mont el pacto incumplido. El secretario dijo oponerse a tal alianza y puso su renuncia en garantía. Ulises Ruiz pareció convencido. Al mismo tiempo, el Presidente ordenaba a César Nava retozar en brazos de la izquierda domesticada. Los priistas estallaron. Beatriz Paredes dijo en corto que “los chaqueteros los chamaquearon”. La alianza en Oaxaca arrinconó a Gómez Mont, quien hace poco dijo: “No se pueden organizar gobiernos a partir de la suma de los contrarios; las alianzas electorales que buscan decisiones sin contenido, bajo la lógica del contrato político, son fraudes”.

Hipótesis 2: Fernando Gómez Mont se habría confrontado por algún proceso legal en el que su despacho, o el de Diego Fernández de Cevallos, podrían actuar en contra de los intereses de algún jerarca panista por el que Nava o el Presidente hayan tomado partido, reclamándole al secretario de Gobernación lealtad a su militancia, antes que a su clientela.

El caso es que Gómez Mont dio una estocada por todo lo alto. Nada tiene que perder. Hace días se autodescartó de la sucesión presidencial, alegando principios de diabetes y prioridades familiares. Dinero y poder no le hacen falta.

La carta renuncia de 87 palabras es una “bomba”; de manera elegante asegura verse obligado a no revelar las razones de su decisión, por discreción profesional; entre líneas, expresa descontento, incordia y desacuerdo.

Fernando Gómez Mont, tradicionalista y doctrinario, es un funcionario respetable en un Gobierno que pocos respetan; queda como el único miembro congruente del calderonismo, capaz de recordar lo que se ha olvidado: la ética en la política.

“Don César” y otros muchos se sorprenden (¿?). A Nava, como a Germán Martínez, se le sube la derrota a la cabeza. Mañana se reúne el Consejo Político panista; habrá “jaleo”.

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