Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | Por Raymundo Riva Palacio

Estrictamente personal

El elefante en la sala

Por: EL INFORMADOR

Los cambios en el gabinete detonaron en la “República de las Opiniones” la candidatura presidencial del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. El ascenso  de sus subsecretarios a los despachos de Comunicaciones y Energía fue interpretado como una extensión de su poder en el gabinete económico y como la señal inequívoca que su jefe, el Presidente Felipe Calderón, lo había ungido en los hechos como candidato presidencial.

La función de Cordero bajo esa lógica, es un escenario. Otro es que Cordero sea como el elefante en la sala, cuya presencia ocupa tanto espacio que no permite ver nada más de lo que hay en el salón. Desde esta perspectiva, se puede argumentar que lo único claro en la sucesión presidencial es que el secretario de Hacienda no será el candidato y que perdió en el camino la categoría de delfín.

Ciertamente, la única persona que podría explicar qué piensa el Presidente Calderón al respecto, es el Mandatario mismo. Sin embargo, ¿por qué si Cordero es a quien Calderón prefiere que lo suceda, como se sugiere en la “República de las Opiniones”, lo debilitó tanto como secretario de Hacienda? Eso, y no su fortalecimiento, es lo que sucedió con la salida de los subsecretarios, Dionisio Pérez Jácome de Egresos, y José Antonio Meade de Ingresos.

Aunque buen amigo de ambos, ninguno se formó con él. Pérez Jácome era par de Cordero en el equipo de transición del entonces presidente electo, responsable de la política económica, mientras Cordero tuvo a su cargo las políticas públicas. Pérez Jácome, que estuvo antes que Calderón en Harvard —donde el Presidente se acercó a varios de sus actuales colaboradores—, pasó a Los Pinos como encargado del gabinete económico y como coordinador de asesores.

Conocía bien a Cordero, pero su carrera la hizo independientemente de él, al igual que Meade, quien aunque de la misma generación del ITAM que el actual secretario de Hacienda, con quien mantiene muy buena amistad, también tuvo un desarrollo profesional ajeno. Meade se formó dentro de la Secretaría de Hacienda, y no formó parte del equipo de campaña, como Cordero, ni del equipo de transición, como éste y Pérez Jácome. Llegó al Gobierno de Calderón de la mano del primer secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quien lo nombró su coordinador de asesores y más adelante subsecretario de Ingresos.

Cuando Cordero relevó a Carstens, mantuvo intacto al equipo. Dejó a Alejandro Werner, quien era el brazo derecho de Carstens, en la subsecretaría del ramo, a Meade en Ingresos y de la Presidencia enviaron a Pérez Jácome para cubrir la vacante en la Subsecretaría de Egresos que dejaba el nuevo secretario. Al renunciar  Werner en otoño, la subsecretaría del ramo quedó vacante, hasta ahora, donde fue nombrado Gerardo Rodríguez Regordosa, un economista probado y, además, hijo del fundador del Partido Acción Nacional (PAN) en Puebla.

Calderón permitió a Cordero poner a los subsecretarios, y lo que hizo por escalafón. Aceptó que llegara a una Subsecretaría, la de Ingresos, a José Antonio González, que era clave en la asignación de recursos presupuestales, y que había sido vetado  sistemáticamente porque es cuñado del ex presidente Carlos Salinas. Colocó también a su amigo Carlos Montaño en la Subsecretaría de Egresos, donde tendrá que negociar con diputados y gobernadores el presupuesto del próximo año.

Se puede argumentar que es la primera vez que el Presidente permite al secretario de Hacienda nombrar a todos sus colaboradores, pero igualmente se puede alegar que a diferencia de Carstens, con Cordero no tiene dudas: no hay nadie en el gabinete más leal e institucional —incluso dependiente de la razón presidencial—, que él. Era innecesaria una cuña en Hacienda.

En cambio, con el ajuste en el gabinete el Presidente dejó a Cordero sin sus dos brazos fuertes. Pérez Jácome era el responsable de negociar el presupuesto y autorizar ampliaciones, reducciones y transferencias de las partidas, así como aprobar los recursos adicionales que se llegaran a necesitar. Meade manejaba la recaudación. Los dos estaban ampliamente probados en las negociaciones presupuestales, y habían logrado la última de una manera tan tersa y efectiva que Cordero mismo celebró la forma como se votó en el Congreso.

La próxima negociación presupuestal no será tan sencilla. Será el de la campaña presidencial, al que probablemente se llegará tras meses de forcejeo político. El otro experto, González, ya no estará en la asignación, y la experiencia de Montaño como tomador de decisiones es mala. Cordero requería de subsecretarios con experiencia pero Calderón se los quitó en el ajuste. Irá a una batalla sin generales capacitados, o fuera de su ámbito de experiencia.

Por ello la pregunta inicial de por qué si Cordero es a quien Calderón prefiere como candidato, lo debilitó como secretario de Hacienda. No es una pieza desechable —lo necesita para mantener el crecimiento y tener una economía saludable en 2012—, pero no parece ser en quien piensa para competir en las elecciones presidenciales. La “República de las Opiniones” lo ve de otra manera y ayuda a proyectar al elefante que siga en la sala. Con esto, el Presidente gana tiempo para mover sus piezas en su tiempo y en su espacio. Seguro se los agradecerá.

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