Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | Por Raymundo Riva Palacio

Estrictamente personal

Grilla en Madrid

Por: EL INFORMADOR

MADRID.- La polarización electoral y la cultura política mexicana se pusieron a prueba en Madrid. La primera salió venturosa y fortalecida, pero la segunda reprobó la prueba. Sí hay exacerbación electorera sin madurez de los actores, detonada en buena parte por la presencia protagónica del ex presidente Carlos Salinas en un foro sobre México, que provocó ajustes de participantes en el último minuto que convirtió su última sesión en un fiasco.

El foro, “México, entre Norte y Sur”, auspiciado por la Fundación Botín, era ciertamente ambicioso, con una mesa estelar donde el ex presidente del IFE, José Woldenberg moderaría a tres pre candidatos presidenciales, en orden alfabético, Marcelo Ebrard, Alonso Lujambio y Enrique Peña Nieto, quienes además iban a ser acompañados por el ex mandatario Salinas. Las expectativas crecieron cuando, de acuerdo con los organizadores, nadie dijo no cuando les fueron llegando los correos electrónicos informándoles quiénes serían sus compañeros de mesa.

Demasiado bueno para ser verdad. Madrid era un buen pretexto para que con la distancia trasatlántica, sin el contexto absorbente de la política doméstica ni las presiones de grupos, se diera una discusión abierta y un choque de ideas. Pero las cosas comenzaron a desmoronarse cuando hace dos semanas el gobernador del Estado de México, avisó que no podría asistir porque coincidía con un encuentro empresarial en Toluca que antes se hacía en Monterrey, y no podía desatender la organización.

La Fundación Botín decidió reemplazarlo con otro mexiquense —muy amigo de Salinas—, Francisco Rojas, coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, con lo cual la intención de poner bajo la misma marquesina a aspirantes a la Presidencia, colapsó. Rojas, de cualquier forma, informó el viernes que estaba atorado en la Ciudad de México con el tema de los tres consejeros electorales que tienen que negociarse y elegirse, y que no llegaría. Quedaban Ebrard, Lujambio y Salinas.

Pero súbitamente cambió el programa. El ex presidente no estaría en la misma mesa, sino un día antes, con el discurso inaugural del foro. Y Woldenberg, al irse quedando sin ponentes, le pidieron no ser moderador sino actor. El ajuste se debió a que uno de los miembros del panel condicionó su participación a que no se sentara Salinas en la misma mesa, quién aceptó el cambio y llegó al foro desvelado por el apresuramiento con el que realizó el viaje.

Nunca se dijo oficialmente quién no quiso mezclarse con Salinas, pero está confirmado que Lujambio sí había aceptado en los términos originales de la invitación, y Woldenberg tampoco fue nunca el problema. ¿Ebrard? El jefe de Gobierno del Distrito Federal viajó a Madrid el domingo, después de días de saberse que estaría en una mesa en Madrid con Peña Nieto y Salinas. Peña Nieto reveló hace una semana que él se quedaba en Toluca y trascendió que Ebrard y Salinas no estarían juntos. Nadie dijo, salvo el gobernador del Estado de México, que no participaría en el foro de la Fundación Botín.

El lunes, uno de los organizadores del foro se le acercó a Salinas durante la sesión vespertina para decirle que Ebrard estaba reticente a participar en el evento, sugiriendo que su presencia era la causa. Bromeando con un tercero ajeno, frente al organizador, dijo que lo único que quería era tomarse una foto con Ebrard tomado del hombro, simulando la misma gráfica donde aparece con Peña Nieto. Qué hablaron después, entre bambalinas, no se sabe, pero Salinas nunca se apareció en la jornada del martes.

Tampoco Ebrard, cuyo nombre personalizado estaba sobre la mesa cuando arrancó, demorada, la última sesión. Fernando Yazt, director de la Fundación Botín, quien fungió como moderador, dijo que Ebrard se había atrasado en un desayuno y que llegaría más tarde. Corresponsales mexicanos habían estado en el desayuno, pero cuando se hizo el anuncio ya estaban en el foro.

La ausencia de Ebrard ya había despertado especulación porque los colaboradores de Ebrard le confiaron a varios de los participantes en el elegante hotel Ritz donde se quedó el jefe de Gobierno, como el resto de los invitados por la Fundación, que no se presentaría. Después de hablar Woldenberg, Yazt hizo un receso no programado, para dar tiempo a que llegara Ebrard. En esos momentos, sus colaboradores dijeron que iba rumbo a la alcaldía y no al foro, insistiendo que nunca confirmaron su participación.

Uno de los participantes, con los correos electrónicos donde se fue informando a cada uno de los invitados cómo se iba conformando la mesa, dijo que mentían. Los correos mostraban cómo salió el nombre de Peña Nieto, y después el de Rojas, y más adelante cómo se cambiaba el día para la participación de Salinas, y el cambio de Woldenberg de moderador a ponente. El nombre de Ebrard siempre estuvo en los correos, y a punto de regresar del receso, Yazt confió: “Le queda un minuto para llegar”.

La sesión reinició con Lujambio embistiendo a Peña Nieto por haber cancelado. Sólo va ante “audiencias controladas”, dijo. No debate abiertamente, como reclamó el lunes al Presidente Felipe Calderón, sino que se ha especializado en “el monólogo del spot”, agregó. Al terminar el foro, Lujambio lamentó que Ebrard no asistiera para discutir las diferencias sobre el diseño institucional de la leyes mexicanas.

La ausencia de Ebrard causó confusión y molestia, pero junto con la cancelación de Peña Nieto, lejos de ser una simple anécdota, habla mucho del carácter de los políticos mexicanos. La lección de Madrid debe ser vista como un remedo de antidemocracia de una cultura que no termina de convencer que ha evolucionado. Las razones de Peña Nieto para no asistir no satisficieron, y menos aún los motivos de Ebrard. No debería de sorprender.

A los políticos mexicanos no les gusta ponerse a prueba, o porque sienten que es darle calidad de interlocución a un adversario menor, o porque consideran que los tiempos nadie los marca salvo ellos. Es una educación del viejo autoritarismo donde eluden la rendición de cuentas pública y los ejercicios de discusión libre. No es sólo responsabilidad de los políticos sino de todos los mexicanos en general, para quienes cabe la frase con la que describió hace unos 200 años Alexis de Tocqueville los primeros años de democracia en Estados Unidos, donde dijo que había una sociedad que quería nacer, y una sociedad que se negaba a morir. Exacto, como hoy, dos siglos después, en México.

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