Viernes, 22 de Noviembre 2024
México | AYER DECÍAMOS... POR CARLOS ENRIGUE

“Estado de desecho”

La Suprema Corte rompió con una larga serie de errores y yo creo que más que por buscar la justicia, por la presión mediática, decidió liberar a dos de las indígenas que quedaban presas

Por: EL INFORMADOR

El pasado miércoles, la Suprema Corte rompió con una larga serie de errores y yo creo que más que por buscar la justicia, por la presión mediática, decidió liberar a dos de las indígenas que quedaban presas (ya antes había sido liberada la primera de ellas) condenadas nada menos por haber secuestrado a seis policías federales, imagínese usted lo absurdo de la acusación, sólo nuestro amado gobierno cree que en el extranjero pueda ser creíble una situación como ésta, nadie con dos dedos de frente la cree, cómo tres mujeres no armadas secuestran a seis policías. En el extranjero no es creíble y los pocos que puedan creerlo será porque no conocen a nuestros policías.

Nuestros policías y muy especial los policías federales son en su gran mayoría tanto o más perniciosos que los de la delincuencia organizada e igualmente salvajes, por lo cual es materialmente imposible que ese secuestro haya tenido lugar y deben las tres víctimas dar gracias de no haber sido masacradas por estos representantes de la delincuencia jerarquizada. A estos ya los conocemos y pido a la sombra del señor San Pedro que me cubra con su manto para que ni siquiera me miren, y si me toca la desgracia de que me caiga un rayo o tenga una muerte accidental, sepan ustedes desde ahora quiénes fueron.

Y qué decir de las procuradurías, son únicas, como muestra clara de ello, en la Ciudad de México la Procuraduría de la Gran Chilangostlan y la federal tienen detenidos, convictos y confesos a una banda diferente cada una ¡ acusados de los mismos delitos!

En este país la única investigación que hay es la que realizan los agentes Peñafiel y Garci-Crespo, con la inestimable asistencia del fluido proporcionado por la CFE, todo ello con la complacencia de esa entidad burocrática llamada Comisión Nacional de los Derechos Humanos cuya función es dar chamba a muchísimos cuates, pero que para los temas fundamentales sirve para lo que se unta al queso.

En el antiguo penal de Escobedo, que quedaba en el Parque de la Revolución, hoy rebautizado por los jóvenes como el parque rojo, había un letrero que decía: “En este horrible lugar / donde reina la tristeza / no se castiga el delito / se castiga la pobreza”. Y ésa es la absoluta verdad.

Lo que nos queda es pedir al Creador, o a quien usted crea, paciencia para resistir la andanada de discursos que dará nuestro inmaculado señor Presidente don Felipe Calderón Hinojosa, quien parece creer en la acción de nuestras procuradurías y policías y pregona a quien quiera oírlo y a los que tenemos que soportarlo que en nuestra patria se vive un Estado de derecho cuando lo que tenemos es un Estado de desecho.

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