Jueves, 28 de Noviembre 2024
México | EN TRES PATADAS POR DIEGO PETERSEN FARAH

Entre el peligro y la esperanza

¿Cuál es la diferencia entre decir que alguien es un peligro, o decir que es una esperanza?

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Qué dice lo que dice que dice lo que dice. Esa frase, de un poema de Ricardo Yáñez, deberían de tenerla grabada todos lo políticos en la cabecera de su cama.

Lo que dicen nunca dice lo que dice, es el ambiente político el que decide que dice lo que dijo. Traemos un debate nacional porque los políticos dicen que Calderón dijo, otra vez, que Andrés Manuel era un peligro para México, pero en realidad nunca lo dijo.

El Presidente defendió el que en una campaña alguien pueda decir de su adversario que es un peligro para México, igual que uno puede decir de sí mismo que es la esperanza de México.

Es decir, el Presidente volvió, de con un ejemplo imprudente, a un tema fundamental que son los límites a la libertad de expresión.

¿Cuál es la diferencia entre decir que alguien es un peligro, o decir que es una esperanza? En términos fácticos no se puede acreditar ni una ni otra cosa. Ambos son atributos de opinión.

La diferencia estriba en que uno es un atributo negativo que, dicho por otro, puede llegar a la injuria, y el otro es un atributo positivo que, dicho por sí mismo, se puede catalogar de demagogia.

¿Existe algún matiz que Calderón diga que Andrés Manuel es un peligro y que López Obrador diga que el Presidente es un pelele? Uno lo dijo en campaña y otro lo dice en su campaña permanente.

En ambos casos se cumple el elemento constitutivo de la injuria que es la publicidad, pero los dos se dan dentro de contexto de debate político en el que ambos expresan su opinión negativa sobre el otro.

Hay que tener claro que más allá de la imprudencia del Presidente de pegarle de nuevo al avispero con un tema que incendia los ánimos, lo que está realmente en juego es el derecho de opinión.

Si yo escribo mañana que el regreso del PRI es un peligro para México, o que la continuidad del PAN en el Gobierno federal es un tragedia nacional ¿cometo algún delito? Por supuesto que no, y si lo dice el Presidente, un diputado o un gritón en la calle, tampoco.

En la defensa al Artículo 6o. de la Constitución de 1867 (y que ha permanecido intacto desde entonces, salvo el agregado sobre derecho a la información en los setenta) Francisco Zarco alegó que no tenía ningún sentido proclamar la garantía de la libertad de expresión para luego acotarla con leyes secundarias que fueran más allá de los propios límites que establece la Constitución (a saber: cuando implique un ataque a la moral, viole derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público).

Hay pues que retomar el espíritu liberal de Zarco en esta discusión.
La libertad de expresión es un bien superior; la prudencia de los políticos es una virtud agradecible (aunque escasa).

Con políticos imprudentes hemos vivido y podemos seguir viviendo; sin plena libertad de expresión, no. Caer en la tentación de acotar las libertades es un peligro; tener políticos prudentes y con mejor nivel de debate es sólo una esperanza.

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