Lunes, 21 de Octubre 2024
México | Tren Parlamentario por Vicente Bello

En el pecado llevarán la penitencia

Tren Parlamentario por Vicente Bello

Por: EL INFORMADOR

En este martes de víspera, el Banco de México ha informado que esa carrera de los costos, precios y salarios, mejor conocida como inflación, llegó a su nivel más alto, y ya se constituyó en la más dañina de los siete años recientes (6.56 por ciento).

El informe de ese poder autónomo del Estado mexicano encargado, precisamente, de dar seguimiento y controlar este fenómeno depredador de las economías, fue dado a conocer justo cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) afirma que el mundo se ha asomado ante una “crisis de tamaño excepcional”.

Olivier Blanchard, economista del FMI, ha advertido —en una entrevista con el diario francés Le Monde— que “los gobiernos deben adoptar más medidas para estimular la demanda y hacer recuperar la confianza de los consumidores, si el mundo quiere evitar una segunda Gran Depresión, como la de los años 30”. Y remachaba: “Estamos frente a una crisis de tamaño excepcional, cuyo mayor componente es un colapso de la demanda”.
En otras palabras, lo que Olivier sugiere es que la gente, en todo el mundo, se ponga a consumir. Y lo dice justo en la víspera del día del año que mejor le ha ido en las estadísticas del consumo: el 24 de diciembre.

No son los únicos ocupados en el tema, evidentemente. Han hablado de ello también los diputados y senadores, prácticamente desde que comenzó diciembre. O inclusive más antes: desde que a finales de julio la Secretaría de Hacienda apretaba tuercas encareciendo las gasolinas.

Desde entonces, la oposición en San Lázaro y Xicoténcatl auguraron meses difíciles para la gente, porque sencillamente los salarios comenzarían a achicarse vertiginosamente. Y, por tanto, el consumo disminuiría. Y así ha estado sucediendo, ni más ni menos, pero con mayor declive. La carrera terminarían ganándola los costos y los precios. Y los salarios, perdiéndola.

Desde ayer, día 23, las tiendas de autoservicio —que se han configurado desde hace años en una suerte de termómetro de las economías locales— dedicadas a vender más allá de alimentos y ropa, se han visto, inusualmente para estas fechas decembrinas, con grandes claros en sus pasillos.

La industria automotriz en México ha comenzado a resentir el bajón del consumo. Hay que visitar las agencias de automóviles nuevos para confirmar que la gente ha dado un frenón a su ímpetu de compra. Vendedores de autos telefonean con frenesí a potenciales clientes. En la calle, ahora los negocios que tienen demanda estos días son, por ejemplo, las sastrerías, y no tanto las tiendas de ropa nueva.

A pesar del miedo que se percibe en la población por consumir, hay sin embargo grupos económicos que colocan sobreprecios a los precios, simulando que quitan promociones. Y como resultado, está la cifra que ha revelado este martes el Banco de México (Banxico). En 2008, contrario a lo que se vaticinaba desde el Banxico de que la inflación sólo sería de 3.4%, los mexicanos han visto cómo han perdido poder adquisitivo, valor pues, sus pesos y centavos.

Pero, claro, ¡cómo no lo iban a hacer así, si el Gobierno federal mismo les pone el ejemplo, con la subida infame de las gasolinas!

Pero en el pecado están llevando la penitencia. La gente no consume ya, y muchos productos —más allá de los comestibles— han comenzado a perder ritmo en su consumo.

¿Y qué ha hecho el Congreso mexicano ante este panorama? Su debilidad ante el Ejecutivo federal sólo le ha permitido, de manera manifiesta, exhortar a diversas instituciones gubernamentales a que eviten al máximo posible que haya reetiquetación. Nunca, por ejemplo, los diputados y senadores pudieron ser capaces de obligar al Ejecutivo a que reculase en ese factor bestial de inflación que es el escalonamiento de los precios de las gasolinas.

Como tampoco los diputados y senadores podrán hacer nada, en enero, para evitar que el Gobierno federal dé el primer palazo a la economía, subiendo el precio de la energía eléctrica.

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