El tufo de la desconfianza

La reforma petrolera se terminó de meter ayer hasta el tuétano del Congreso de la Unión. En el Senado, las comisiones encargadas del proceso legislativo de la reforma de marras habían dictaminado ya. El movimiento ciudadano que lidera Andrés Manuel López Obrador había logrado, finalmente, parar en seco la andanada privatizadora que en ocasiones enarbolaba Felipe Calderón y por momentos también Manlio Fabio Beltrones, aquel senador priísta que tan cercano se miró en el círculo de las decisiones que comenzaba a ser visto como el vicepresidente en funciones.

Se respiraba el triunfo de la República; más allá de las cúpulas panistas y priístas, la gente de a pie de ambos partidos políticos evidenciaba en corrillos exigentes del anonimato su desacuerdo por la entrega del petróleo a compañías extranjeras.

El tufo de la desconfianza, sin embargo, se aupó sobre la atmósfera del Congreso. Suponer que el PRI y el PAN claudicarían, sin más, en sus afanes privatizadores, sería como suponer que estos dos partidos, concretamente sus cúpulas, hubieran sido tocados por un rayo de pesar que les estuviera mortificando el alma al extremo de arribar, raudos, a un inédito acto de contrición.

Las partes medulares de la reforma que agobiaban a la oposición de izquierda, por el riesgo de que las interpretaciones jurídicas ahora fueran cargadas hacia la privatización del petróleo mexicano, a contrapelo incluso del mandato constitucional, quedaban salvadas; pero no del todo. No, al menos, ayer.
El senador Pablo Gómez Álvarez se había abstenido de votar, en pro o en contra, en las comisiones. Y su posición encendió la luz amarilla. Gómez es uno de los senadores de la izquierda mexicana que mayor congruencia y confianza han suscitado entre la población desde hace muchos años. Desde el lunes, dijo que el afán privatizador de que habían hecho gala las cúpulas del PRI y PAN había quedado rebasado por la fuerza de las circunstancias que ya envuelven al país. Y reculaban priístas y panistas. Pero, no del todo.

En los artículos de las leyes en construcción se estaban viendo párrafos misteriosos; es decir, interpretaciones que se prestarían al doble filo; agazapadas entre las comas, puntos y comas e hipérbaton.

Pues a esto se dedicaron ayer los técnicos del FAP, entre ellos Rolando Cordera y la maestra Ifigenia Martínez; a darles la revisada final a cada uno de los artículos. Era como darle la zahumada final a los dictámenes, para comprobar que, efectivamente, el diablo no anda por allí.

POR VICENTE BELLO