El sosiego ciudadano

Antes de que comience el calor terrible ya nos estamos exasperando.

Por lo que sea: los ataques a antros con víctimas mortales en Guadalajara, que se creía tan a salvo de todo estallido (absurdo creerla a salvo, si aquí se abrieron ventanotas de tolerancia política, empresarial y social, salvo las honrosas excepciones de siempre, a la presencia del narco cuando la operación Cóndor en Badiraguato nos los acercó); las “tranquilizadoras” declaraciones de la autoridad de que fue una riña entre “particulares” (pertrechados como guerreros); la extorsión y robo de celular a Zul de la Cueva y su calvario revictimizador por parte de autoridades y compinches de los policías que lo amenazaron con sembrarle cocaína si no entregaba el aparato; el montaje de feminismo que pocos creen a Enrique Peña Nieto (tuvo por años su “Fiscalía Especial” sin facultades ministeriales); la multiplicación no de los panes, sino de la propaganda televisiva del gobernador de Jalisco, que ahora ha estrenado Casa de Jalisco en Chicago (carísimos inmueble y remodelación; tacaño el mobiliario; pingües los libros, lámparas y mesas de la biblioteca); la desfachatez con que algunos miembros del TAE (Tribunal de lo Administrativo del Estado) hacen trizas el interés general y se brincan escrituras, planes de desarrollo, zonas de preservación de mantos acuíferos; la opacidad en la rendición de cuentas de quien debería ser el defensor del pueblo de Jalisco; el intento de criminalizar a los usuarios de internet con ACTA, un tratado que protege más a las grandes empresas y corporativos de distribución, que a los auténticos creadores; ¿le sigo?; más aquello de lo que una se entera, como las arbitrariedades de los directores y residentes más antiguos de algunos servicios del IMSS (Centro Médico de Occidente) contra los novatos, cuyo sueño por semanas impiden, a riesgo de que se maten al ponerse al volante o maten a alguien más o de plano les dé un infarto, bajo pena de que si se quejan ni de lejos alcanzarán chamba; más lo que falta en época pre-electoral, donde suele suceder que unos vean a otros no como sus semejantes, sus pares o hermanos ciudadanos, sino el enemigo a vencer según se vista de verde, rojo, amarillo o azul.

Más vale que nos vayamos abasteciendo de paletas de limón, jamaica, guanábana, tamarindo y ciruela amarilla para los calores.

Que instalemos conveniente ventilador para soportar frescos las discordias.

Que consigamos ropa fresca y sombrillas para la hora de “cuerpear” (verbo de mi abuela Mercedes, confeccionado para las caminatas de mi abuelo Alfredo —que medía casi 1.90— en Los Portales de la Guadalajara a principios del siglo pasado).

Que aprendamos a echar clavados en agua fría para sosegarnos. Más nos vale, aunque relevar, destituir, abrir juicio político, cesar, multar, reparar el daño, meter al bote con el debido proceso a quienes nos tienen así, tampoco haría daño. Digo. Ya chole.