Martes, 26 de Noviembre 2024
México | ATANDO CABOS POR DENISE MAERKER

El neotapado

Lo que sí sabemos gracias a este proceso de elección del candidato del PRI, es que si los dejan y si las circunstancias le son propicias, los priistas retoman felices sus más viejas prácticas

Por: EL INFORMADOR

Denise Maerker.  /

Denise Maerker. /

El próximo fin de semana se conocerá quién es el candidato de Enrique Peña Nieto a sucederlo en el puesto de gobernador del Estado de México. Se puede jugar a las adivinanzas, de hecho, a muchos les encanta regresar a esa vieja práctica de interpretar y sopesar los gestos y dichos del fiel de la balanza —como definió López Portillo el rol de los presidentes en el proceso de la sucesión—, pero la verdad es que va a ser una decisión unipersonal tomada de último momento y que dependerá de las circunstancias y de las decisiones de sus adversarios.

Lo que sí sabemos gracias a este proceso de elección del candidato del PRI, es que si los dejan y si las circunstancias le son propicias, los priistas retoman felices sus más viejas prácticas. Hacía años que no veíamos en pleno el juego del tapado como lo hemos visto estas últimas semanas en el Estado de México. Todos los ingredientes están presentes: la decisión unipersonal, la pasarela amaestrada, los candidatos disciplinados, la duda bien trabajada, las legiones de adivinadores.

La razón es sencilla, en el Estado de México se dan en chiquito las condiciones que permitieron al PRI jugar a ese juego a nivel nacional durante muchos sexenios: nadie disputa dentro de su partido el derecho de Peña Nieto a tomar la decisión y los posibles candidatos tienen fuertes incentivos para que en caso de no ser los elegidos acepten disciplinados el resultado y permanezcan leales a su partido. Y los hemos visto como a Colosio y a Camacho, como a De la Madrid y a De la Vega, como a Salinas y a Bartlett, paseándose por varios foros juntitos y muy bien portados en una pantomima de competencia. Alfredo del Mazo, Eruviel Ávila, Ernesto Nemer, Ricardo Aguilar y Luis Videgaray no han competido abiertamente para convencer a nadie, lo que sí han tratado es de ganarse el favor de su jefe de todas las maneras posibles, al más viejo estilo cortesano del PRI. Y es que ven en Peña Nieto una promesa de futuro político: si no resultan gobernador, seguro serán incluidos en el posible Gobierno a nivel nacional. Irse a encabezar la alianza opositora parece una aventura muy riesgosa dada esa promesa que seguro les han hecho de mil maneras.

Lo sorprendente es que se les ve como pez en el agua a estos jóvenes funcionando según las reglas del priismo más rancio. El juego lo han jugado a la perfección, empezando por Peña Nieto, que dijo el lunes: “Yo no tengo que hacer comentarios, porque si algo digo, guiño, cierro los ojos o sonrío a alguno, van a decir que trae algún mensaje. No tengo comentario que hacer, dejemos que el partido tome la definición”. ¡¿En qué momento nos metimos en el túnel del tiempo sin darnos cuenta?!

Es cierto, a diferencia del pasado los mexiquenses tendrán la oportunidad de expresarse a través del voto y elegir entre el ungido y uno o dos candidatos de oposición. Pero lo que importa es tomar nota de los reflejos de Peña Nieto y de los jóvenes priistas, si los dejan, si pueden, ya sabemos a dónde nos llevan.

No hay nada nuevo en el PRI, excepto una acendrada nostalgia quizá.

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