Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | EN TRES PATADAS POR DIEGO PETERSEN FARAH

El imperio de la nota roja

En un país donde la justicia la hacen los medios todo es creíble, incluso que la señora Cassez sea inocente

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Esa tarde Juan N llegó al periódico más apresurado que de costumbre; tenía prisa por terminar, cosa rara en un personaje nocturno que vivía de perseguir y reportear la sangre en la ciudad.

Entregó sus notas y puso las fotos sobre la mesa: un hombre baleado, con el rostro desfigurado del lado izquierdo, caído en posición de cruz. Recordaba un poco a la estética de las imágenes de guerra de Robert Capa.

Estaba ansioso por irse. Finalmente confesó su prisa: “Es que traigo el cadáver en el coche. Como llegué tarde a la escena del crimen los del Semefo me lo prestaron para tomar las fotos y tengo que regresarlo”.

De ahí, pues, que el cadáver, que había sido baleado a bocajarro, hubiera caído con estilo de portada de la revista “Life”.

No sé si la ciudadana francesa Florence Cassez es inocente o culpable, si merece 60 años de bote o toda nuestra solidaridad y conmiseración. Lo único que tengo claro a estas alturas del partido es que si la duda persiste, es gracias a las absurdas formas de operar de nuestro sistema de justicia que se preocupó más por salir en la televisión, que por hacer un buen trabajo de investigación; les preocupó más la puesta en escena que la justicia.

En un país donde la justicia la hacen los medios todo es creíble, incluso que la señora Cassez sea inocente. En México la preocupación de la justicia termina cuando los malandros son llevados ante los medios.

Hay un mayor esmero en la presentación a la televisión que la presentación ante el juez, y es ahí donde comienza el circulo vicioso de la inseguridad de este país.

El nivel de impunidad tiene que ver en gran medida con que a los pocos que detienen no se les puede condenar por falta de pruebas.

Y no hay pruebas porque la Policía se preocupa más por recrear la escena para la tele que por investigar. El montaje televisivo va, por supuesto, a los horarios estelares: es “show”, es “raiting”, y le da pie al conductor para poner cara de indignado y decir “mire qué mal estamos”, y a los televidentes para morirnos de miedo.

El imperio de la ley (como dicen cursimente los abogados) le cedió el paso al imperio de la nota roja.

No solamente le ganó los noticieros de la televisión y la atención de los procuradores y jefes de Policía, sino también la agenda del Estado: del Presidente para abajo todos los funcionarios públicos y políticos en edad de merecer viven más atentos a la nota roja del día que al mercado de valores.

La seguridad no va a mejorar sacando la nota roja de los noticieros estelares, pero sí va a mejorar nuestra sensación de seguridad. También van a mejorar los noticieros (que son cada día más malos y previsibles) y nuestra capacidad de discutir los temas importantes. A mediano plazo, también mejorará la justicia.

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