Miércoles, 27 de Noviembre 2024
México | ATANDO CABOS POR DENISE MAERKER

El estéril enojo del Presidente

El Presidente está enojado. Lo dicen sus colaboradores y se le nota. En particular está muy molesto con los empresarios

Por: EL INFORMADOR

El Presidente está enojado. Lo dicen sus colaboradores y se le nota. En particular está muy molesto con los empresarios. En menos de un mes ha hecho tres declaraciones públicas al respecto. La última en el avión que lo llevaba a Singapur donde respecto a la negociación sobre la Ley de Ingresos, dijo: “El debate fue público y muy intenso. El sector empresarial (…) fue muy crítico respecto del Gobierno y descalificó ampliamente el paquete (…) La descalificación fue genérica, intensa y continua. La campaña en contra del paquete, impulsada de manera espontánea por muchos sectores y de manera deliberada por el sector privado organizado en México, debilitó mucho las posibilidades”.

Hay dos opciones, que el Presidente suelte estas frases como parte de una estrategia bien pensada, el preámbulo por ejemplo de una decisión dura en contra de un grupo de empresarios, o que simplemente no logre contener su molestia. Todo apunta a la segunda opción. El que la oficina de Presidencia haya salido al día siguiente de estas declaraciones para a través de un boletín tratar de minimizar lo dicho y atemperar los ánimos demuestra que no son parte de ningún plan de acción. Son, eso sí, una muestra inequívoca de impotencia y debilidad. Porque si los empresarios no están pagando impuestos es el Presidente el que tiene que asegurarse de que lo hagan. Si están violando la ley y él lo sabe, pues que les ponga un alto. Y si es gracias a una legislación deficiente que están pudiendo pagar cantidades mínimas, de nada sirve que los acuse ante la opinión pública cuando puede modificar las reglas.

Es en materia de impuestos donde se ve la fuerza y la autonomía del Estado. Nadie paga impuestos porque le guste, es porque no hay de otra. Y tampoco nadie nunca ha estado dispuesto a desprenderse de sus bienes y privilegios por nacionalista y generoso. Los privilegios se pierden en duras batallas. Por eso, pedir a los empresarios que paguen “aunque sea un poquito” es un despropósito. ¡Hay que cobrárselos!

En una democracia es legítimo y esperable que todos los sectores hagan uso de sus libertades para defender sus intereses. Los empresarios no quieren pagar más impuestos y salieron a criticar la iniciativa del Presidente, ¿dónde está el problema? En que Calderón esperaba otra cosa de ellos.

El enojo del Presidente es estéril porque parece más fruto del despecho que presagio de un cambio.

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