El cónsul Maradona

Ni en política ni en futbol hay coincidencias, y eso lo sabe mejor que nadie Diego Armando Maradona. No fue coincidencia que Alemania le metiera cuatro goles a Argentina; tampoco que a su llegada a Buenos Aires, tras el estrepitoso fracaso de la mejor selección del mundo, hombre por hombre, lo estuvieran esperando cuatro mil aficionados para gritarle “no te vayas Diego”; menos aún que en el día de su visita a Venezuela, Chávez decida romper relaciones con su vecino al que tanto ama y odia, Colombia.

Contra Alemania perdió porque no supo jugar el partido; los cuatro mil aficionados eran acarreados y se los mandaron los Kirchner (la verdadera pareja presidencial) y su presencia ayer en Venezuela no puede ser leída sino como un mensaje oficioso de aprobación de Argentina a la decisión tomada por Chávez.

Nadie, ni el mismo presidente venezolano se toma muy en serio la ruptura diplomática con Colombia.

Es una cordial despedida al presidente Uribe, con el que siempre tuvo la peor de las relaciones, y una forma de obligar al presidente electo, Juan Manuel Santos, a definirse en cuanto tome posesión (el próximo 7 de agosto) sobre el tema Venezuela.

La ruptura estaba anunciada desde el 8 de mayo, y ésta es la tercer vez que Chávez ordena el retiro de su embajador en Bogotá los últimos cinco años. El mensaje de Chávez a Santos es muy claro: es él quien define la agenda de la relación bilateral y tiene el apoyo de Cristina K.

Lo novedoso en todo caso es el uso de Maradona en el proyecto de los Kirchner y en las relaciones exteriores argentinas.

Ellos pusieron a Diego al frente de la selección, le cubrieron la espalda tras el fracaso en Sudáfrica y lo usan como emisario personal.

El contrato de Diego como técnico de la selección Argentina incluye la Copa América, a realizarse en ese país en 2011.

Lo van a aguantar, lo van a reforzar con técnicos de verdad detrás de él y van a dejar que la gente lo ovacione en los estadios de Buenos Aires.

“La Argentina” tiene el sustrato populista más importante de América Latina. En ese renglón sólo le compiten México y Venezuela.

Pero, difícilmente se puede encontrar en el mundo una figura no religiosa tan fuerte como Evita y un populismo tan arraigado como el argentino.

Ningún otro país es capaz de sacralizar lo profano como lo hace el país austral. Después de Evita sólo Diego, y si a Evita la vimos en las elecciones de la mano de Perón, a Diego lo veremos en las próximas elecciones llevando votos a la urnas de los Kirchner.

Pero bueno, si Calígula hizo cónsul a su caballo, qué tiene un caballo que no tenga un Diego, más allá de la mirada inteligente del equino y que Maradona perdió ya hace tiempo.

(La columna En Tres Patadas no aparecerá de lunes a viernes la próxima semana en la Sección Local. Volverá el próximo sábado).