El cierre del siglo XX mexicano

Las muertes de Castillo Peraza, personaje central en la transición política que vive el país; de Carlos Montemayor, defensor de las comunidades indígenas y de los grupos más vulnerables, y de Carlos Monsiváis, cronista incansable de la vida nacional, cierran el siglo XX mexicano.

El sepelio de este último estuvo por momentos tenso, debido a la apropiación que pretendían hacer del escritor las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, al despedirlo sólo en el Museo de la Ciudad, y no en el Palacio de Bellas Artes como habitualmente lo hace el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) con las personalidades destacadas de la cultura nacional. Su despedida a las puertas de Bellas Artes no estuvo exenta de improperios de asistentes que repudiaron la presencia del secretario de Educación por ver en él al Gobierno federal.

Son estas visiones que nos dejó el siglo XX, que tratan de inclinar a los intelectuales hacia los bandos de ganadores y perdedores que Castillo Peraza describe en “La cultura del mural”, las que fomentaron la confusión entre “Estado-Gobierno-partido oficial”, e impidieron diferenciar la nación, lo nacional y lo mexicano.

Otra de esas visiones es la actual disputa entre la familia de José Luís Cuevas y Diego Rivera. El día de hoy se inaugura el paseo José Luis Cuevas en la avenida principal de San Ángel, en la Ciudad de México, en medio de una ceremonia en que el artista será reconocido como “Vecino Distinguido”. Se inaugurará la avenida como un paseo escultórico enmarcado con las piezas de la serie “Animales Impuros” del artista.

El problema es el pretendido cambio de nombre que desea hacer el delegado a la avenida Altavista, por el de José Luís Cuevas. Iniciativa polémica, si consideramos que Cuevas es sinónimo de ruptura, e impulsor de la ruptura con el muralismo. No podría inmortalizarse de esta manera, bautizando la avenida principal del antiguo pueblo en el que vivió Diego Rivera, uno de los iconos del muralismo.

Aunque también hay que decir que fue la colonia de Tamayo, Gunter Gerzso y actualmente de Manuel Felguérez, destacados miembros del movimiento de “La Ruptura”. El cambio de nombre sería una historia anecdótica, una especie de intervención artística más que un paseo escultórico: la avenida Altavista, en cuyo costado se encuentra la Casa Museo Diego Rivera, atravesada por el nombre y las esculturas del impulsor de “La Ruptura” con la Escuela Mexicana de Pintura.

Las enseñanzas de Carlos Castillo Peraza, Carlos Montemayor y Carlos Monsiváis cierran el siglo XX mexicano, pero sólo a condición de aceptar que trazaron importantes claves para la transición política del país. Nos enseñaron a ver que cambiar a México no consiste en invertir cromáticamente el mural, sino salir de él; y que la transición implica dejar de pensar en mártires, y comenzar a pensar en apóstoles de este proceso.