Domingo, 20 de Octubre 2024
México | Tren Parlamentario

El Ejército y el Congreso de la Unión

Por Vicente BELLO

Por: EL INFORMADOR

Una discusión que sostenían ayer tirios y troyanos en torno del procurador general de la República derivó, por necesidad, hacia el Ejército Mexicano, esa institución que ahora enfrenta, como nunca, fogonazos dentro y fuera del país.

Casi concluía la sesión. El Pleno de la Comisión Permanente discutía un Punto de Acuerdo en el que se solicitaba la comparecencia del procurador general de la República para que explicase porqué se entrometía tanto en el proceso electoral.

Si se leía literalmente, evidentemente el Punto de Acuerdo estaba desfasado en el tiempo. Y así lo quisieron leer priistas y panistas, motivo por el cual anunciaron que lo rechazarían. Pero otro punto de vista tenían el PRD, PT y PC. Debía comparecer porque el tema por supuesto que estaba vigente. Eduardo Medina Mora tenía que explicar porqué politizó tanto al Ministerio Público federal. Y ejemplificaban con la detención masiva de presidentes municipales de Michoacán.

Pero, además, los perredistas, petistas y pcedistas consideraban que el procurador tiene muchas preguntas que responder. Una de ellas, es la de por qué el Ejército ha suplantado casi en su totalidad a la PGR. Incluso cuando las Fuerzas Armadas ahora enfrentan un desprestigio que los arrastra a una caída que no podrán superar en muchos años: por todas partes del país los soldados agreden, violan; matan a ciudadanos impunemente, sin que éstos tengan que ver muchas veces con el crimen organizado.

Lo que ayer sucedió en la Permanente pudo verse como el vaticinio de lo que puede esperarse en la LXI Legislatura: un PRI aliado con el PAN en asuntos que escuecen a la sociedad.

Javier González garza, diputado del PRD: “El procurador, que no debería ser el procurador, resulta que dice ‘yo no quiero ir’. Y aquí todo el mundo dice está bien”. Se refería al rechazo del PAN y PRI por que compareciera. Y apostillaba otra vez: “Pero olvidemos al procurador. Sólo quiero decir que hay funciones de la PGR que ahora hace el Ejército, que llega con una orden de presentación, rompe puertas, se mete a las casas”…

Los silencios del PRI han comenzado a gritar. Callaba y callaba. El senador Ricardo Monreal en la tribuna: “Me parece una mala decisión la que están tomando la mayoría. Es un error porque estamos frente a un acontecimiento de inseguridad como nunca visto en México. Ayer (martes 14) fue el día más negro, con 57 asesinatos”. Y decía que protegen “con exceso” al procurador.

José González Morfín, el panista que ayer presidía la sesión, ordenó leer el Punto de Acuerdo en discusión. Se lo pedía Juan José Rodríguez Prats. “Que se abstenga (Medina) de utilizar con fines políticos y electorales la información contenida en procesos judiciales en curso”.

Rodríguez Prats decía entonces que votaría el PAN en contra porque el exhorto al procurador ya era “un poco anacrónico”, ironizaba. Pero también soltaba un gancho al hígado: “Lo que tenemos que concluir es que los verdaderos triunfadores el domingo 5 de julio fueron los señores feudales, los virreyes, los caciques, que así son ya calificados como los señores gobernadores de las diferentes entidades de la República”.

Y remataba citando a Enrique Peña Nieto, lo mismo que a Ulises Ruiz y a Ivonne Ortega, gobernadores priistas de México, Oaxaca y Yucatán, a quienes tildaba de corruptores y regresivos de la democracia.

Juan Guerra, diputado perredista, decía entonces que coincidía con Rodríguez Prats, en su golpeteo al PRI. Pero, advertía, ése no era el tema, sino la inseguridad y la labor del Ejército, cuyo prestigio ha comenzado a preocupar a mandos de las Fuerzas Armadas. Y reiteraba: “El problema puede estar fuera de tiempo, porque ya pasó, pero no se pueden negar los hechos”. Y evocaba entonces a Michoacán. “El asunto del combate al crimen organizado requiere no un uso faccioso de las instituciones, sino de un acuerdo político”.

Monreal regresó a la tribuna. “Si este país fuera otro”, decía, “el Senado estuviera citando a audiencias al secretario de la Defensa Nacional, al secretario de Marina. Mejor los Estados Unidos investiga la actuación del Ejército Mexicano que el Congreso mexicano. Es una vergüenza que actuemos como cómplices, sin autoridad”.

Javier González Garza fue todavía más allá: tildó a los legisladores del Congreso de la Unión de “auto castrados”, porque soslayaban enfrentar al Ejército cuando éste ha sido protagonista ya de múltiples violaciones de los derechos humanos. Y ejemplificaba con lo que sucedió la madrugada del 23 de junio en la Ciudad de México, en casa del matrimonio Díaz de León Aristegui. Unos 35 soldados violaron la chapa de su casa y se metieron, golpeando y con pasamontañas, y tomaron fotografías y videos a los ocupantes de la casa incluso a una mujer embarazada en ropa interior. Y al final de llevaron dinero, documentos y joyas. Ocho horas después, sin explicación alguna, dejaron el asunto, como si se hubieran equivocado de domicilio, sin ofrecer disculpa alguna.

Que a qué se dedicaba, preguntaron los militares al jefe de esa familia. Que de quiénes eran los vehículos y cuántos tenía. Después los adultos fueron llevados a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada. Y allí los liberaron.

Javier González preguntó al Pleno: “¿Saben qué está pasando en el país?” Y el silencio como respuesta de priistas y panistas. “Ésta es una de las últimas instituciones que podría tener credibilidad”, insistía González en referencia al Ejército. Y fue entonces, cuando al concluir, dijo el perredista: “Me siento muy triste de que estemos auto castrando a este Poder”.

Todavía hubo otros cuatro oradores; ninguno del PRI, entre éstos. Hacía unos minutos, el Pleno había votado dos puntos de acuerdo, aprobatoriamente, relacionados con las gandayeses de los soldados. Uno sobre la desaparición en un retén militar de dos ciudadanos, en Torreón, Coahuila. Y otro, sobre el asesinato de un ciudadano indígena, en Tlapa, Guerrero, perpetrado por un retén militar.

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