El Defensor de Oficio de la Mentira

GUADALAJARA, JALISCO.- Les dijo “monos” a quienes el martes ocuparon lo más alto de la tribuna; y entonces le respondieron “desvergonzado” , “mentiroso”, “defensor de oficio de las trasnacionales” y “de gente que le paga, como el ‘Pelele”. Juan José Rodríguez Prats —aquel diputado federal del Partido Acción Nacional (PAN) que ya fue también tildado de “saltimbanqui de la política”—, con lo que dijo y con lo que le dijeron ayer se convirtió en el retrato más descarnado del cinismo.

Debatían sobre la invasión de los policías federales preventivos al Senado aquel jueves de la semana pasada, cuando éstos —liderados por el mismo Genaro García Luna— maltrataron a los diputados federales que por ahí andaban.

Rodríguez Prats soltó un dardo envenenado: “Me dio tristeza ver paisanos míos, que les tengo aprecio… ahí subidos, como monos, tratando de interrumpir el trabajo parlamentario. Qué triste. Vengan y pidan (sic) disculpas, es lo menos que pueden hacer como representantes populares”.
Dolió como patada en los bajos. Rapidísimo lo alcanzó el petista Joaquín Vela González: “Es usted como un defensor de oficio, que defiende lo que nadie le está pidiendo que defienda. Creo que le nace. Tiene vocación de defender a la mentira”.

Entonces Vela, desde la tribuna, a Rodríguez lo descobijaba: el sábado pasado acordaron dictaminar el lunes las dos minutas más polémicas, pero Rodríguez incumplió su promesa que así sería. “¿Por qué no vino él a decir eso aquí, de que fue a partir de una maniobra planteada por él para no discutir (los dictámenes en comisiones)?”

Prats acusó el golpe. Lo estaban deslomando. A Vela le dijo y preguntó: “Efectivamente, estando el Pleno (de la Comisión de Energía) yo propuse que se prolongara la sesión y continuáramos trabajando. ¿Coincide usted conmigo en que el pleno puede modificar una decisión de la mesa directiva?”
Vela le respondió: “Coincido con usted, porque el día anterior yo propuse que el Pleno definiera cuándo discutíamos y usted se negó porque, dijo usted, era atribución de la Mesa Directiva fijar los días de reunión. Entonces un día sostiene que es la Comisión, y al otro día sostiene que es el Pleno”.
Entonces fue cuando Vela le dijo que es un “defensor de los ricos, pagado por las trasnacionales para venir a defenderlas aquí. Eso es lo que es usted. Alguien sin la menor autoridad para hablar de quienes militamos en la izquierda”.

Vela le dijo a Rodríguez Prats: “Guarde su distancia, porque nosotros tenemos un comportamiento ético, y usted, en cambio, sólo defiende al ‘Pelele’, porque él le paga y le ha de dar buenos dividendos”.

Le ha de haber dolido a Rodríguez Prats, porque ya no volvió a hablar.
Debatían a propósito de la invasión de Genaro García Luna al Senado de la República. En un punto de acuerdo, el Pleno —incluido el voto aprobatorio del PAN— exhortó al “cancerbero’ del Presidente” (Layda Sansores: “el problema no es el perro, sino el dueño del perro”, en alusión a Calderón, jefe de García Luna) a que entregue “un informe detallado de su actuación y de la del personal bajo su mando en los hechos en que resultaron lesionados los diputados Aleida Alavez y Gerardo Villanueva”.

De los nueve diputados zarandeados, los más perjudicados —Aleida y Gerardo— dijeron en la tribuna que hay temor por la posibilidad del regreso del autoritarismo.

Fue inevitable para el PAN que los del FAP reclamaran el intento que, con el PRI, hicieron de modificar la Exposición de Motivos de la Ley de Petróleos Mexicanos.

El perredista Ramón Pacheco Llanes dijo: “Cuando escuché hablar del espectáculo bochornoso y que había que pedir perdón al pueblo de México, creí que se estaban refiriendo (aludía a Rodríguez Prats) a la trampa de hampones que se hizo al modificar, sumergidos en el peor de los lodos, la exposición de motivos de dos dictámenes de la reforma petrolera”.

Callaban los priistas. El miércoles habían acusado del ilícito al diputado priista Raúl Cervantes. Pacheco Llanes siguió: “Pero no; lo que les horroriza son las mantas, los bloqueos. Pero se sienten muy cómodos con romper acuerdos o violar leyes, porque creen que tener mayoría es tener impunidad”.
Se respiraba en el Pleno el coraje, y la frustración que sobreviene al mayoriteo: Pacheco asegundó: “Como un ladrón cuando es descubierto, creen que regresar lo robado les da la inocencia. Que una simple Fe de Erratas corregirá la falla. Una fe de ratas coludas. Porque aquí se cometió un insulto a la ética, una vergüenza internacional, una deshonra a la Nación”.

Y concluía, preguntando: “¿Dónde está el tinterillo, el depredador de leyes que hizo esto? Esta infamia no puede quedarse así. Y si esto es obra de un duende, ese duende es drácula, y no debería estar escondido en su curul, sino en la cárcel”.
Como el miércoles, ayer, en el pasillerío, el nombre del diputado priista Raúl Cervantes seguía atado al cambio aquél de redacción. No hubo un solo priista que subiera a la tribuna, a participar.