Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | POR ANA MARÍA SALAZAR

Ecuador: sin medir las consecuencias

Me pregunto si la situación en Ecuador podría haberse evitado, o por lo menos haber mitigado sus efectos

Por: EL INFORMADOR

Ana María Salazar.  /

Ana María Salazar. /

En situaciones de crisis, la capacidad para negociar es fundamental.

Me pregunto si la situación en Ecuador podría haberse evitado, o por lo menos haber mitigado sus efectos.

Al entregar esta columna para su publicación, ésta era la situación en este país sudamericano.

El pasado 24 de septiembre, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, expidió por decreto un reglamento a la ley de seguridad pública y del Estado, lo que provocó que cientos de policías y militares tomaran el 29 de septiembre el destacamento policiaco más grande de Quito y otros destacamentos policiales en Guayaquil y otras ciudades, cerraron las carreteras de acceso a la capital y el aeropuerto de la capital, mediante la quema de neumáticos, bombas lacrimógenas y golpes.

El mandatario rechazó que su gobierno haya eliminado beneficios económicos para los uniformados, lo que motivó la protesta, y por el contrario, dijo que en su administración se les han duplicado los sueldos, así mismo aseveró que las protestas de policías que han paralizado el país constituyen un intento de golpe de Estado por parte de la oposición.

Aunque por los hechos, las afirmaciones de Correa parecen no sustentarse.

El presidente Rafael Correa fue recibido con gases lacrimógenos cuando acudió a hablar con los policías para tratar de resolver el conflicto, ante este hecho el mandatario se quitó la corbata y se abrió la camisa para desafiar a elementos de la Policía Nacional, “si me quieren matar, mátenme”, les grito; más tarde el Gobierno de Ecuador decretó el estado de excepción “por una semana” en todo el territorio nacional y delegó a las Fuerzas Armadas la seguridad interna y externa del país.

Por la tarde de ese mismo día, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se reunió con un grupo de los policías sublevados en rechazo a la eliminación de incentivos profesionales, en una de las habitaciones del Hospital de la Policía Nacional, a donde tuvo que acudir ya que acababa de ser operado de una rodilla, la cual se lastimó tras ser agredido por los manifestantes, quienes además le impidieron la salida de dicho nosocomio.

Cuando le preguntaron a Correa si estaba dispuesto a negociar con los policías, dijo categóricamente que jamás lo haría. Esa misma tarde, después de un espectacular rescate por parte del Ejército, el Presidente fue llevado al palacio presidencial, terminando de momento la crisis.

Ahora el debate es si en verdad la intención de los policías era derrocar al presidente, o fue una fuerte protesta que buscaba presionar al presidente para cambiar el decreto.

Por más cuestionable que sea el comportamiento de los policías, ¿el presidente agravó la situación con su comportamiento? Parecería que sí.

Los factores que dificultan en este caso que se llegue a un acuerdo, son la falta de interés en mantener la relación por parte de los involucrados, la existencia de viejos conflictos no resueltos, expresiones de enojo sin atender, falta de respeto, expresiones de temor o frustración, falta de información por ambas partes, hay amenazas, se dificulta llegar a acuerdos por el número de personas involucradas y finalmente porque las partes evidentemente carecen de estrategias de negociación, de herramientas y conocimientos básicos para resolver conflictos.

Algo que agravó innecesariamente la situación fue el hecho de que el presidente Correa llegó a la protesta de policías no buscando dialogar, sino ordenar.

Hubiera sido preferible que el mandatario enviara a un representante por lo menos a escuchar las demandas de los policías sublevados.

El presidente además increpó a los policías desde el balcón del hospital abriendo su traje y gritándoles “mátenme si quieren”.

Sorprende que el Presidente Correa y su equipo cercano no tuvieran información, o por lo menos la intuición de cuál sería la reacción de la Policía ante el decreto.

También parece que los policías y militares sublevados estaban desinformados sobre varios aspectos del decreto.

Y si es cierto que hay un complot por parte del ex presidente Lucio Gutiérrez, quien lo negó, también sorprende que la Presidencia no hubiese anticipado esta sublevación.

Debemos señalar que desde 1997 ha habido siete presidentes en ese país, ya que no han podido terminar su mandato.

Los sublevados no están pidiendo que se vaya Correa, pero claramente la inestabilidad política es tal, que aunque no fuera depuesto, el presidente queda muy debilitado.

Con respecto a estos hechos, podemos citar al escritor y diplomático español Diego de Saavedra Fajardo, quien alguna vez escribió: “Más reinos derribó la soberbia que la espada, más príncipes se perdieron por sí mismos que por otros”.

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