Martes, 26 de Noviembre 2024
México | VISIÓN Y DECISIÓN POR CARLOS CORTÉS VÁZQUEZ

Discordia, anarquía y...

El síndrome económico del mundo nos afecta y se refleja en la pérdida de confianza individual y social

Por: EL INFORMADOR

Carlos Cortés Vázquez.  /

Carlos Cortés Vázquez. /

El axioma humano pareciera repetirse. México no apunta a la excepción. La conmemoración de dos siglos de la lucha independentista y uno de revolucionaria, se ven menguada por violencia inquietante y perturbadora de la paz social.

El síndrome económico del mundo nos afecta y se refleja en la pérdida de confianza individual y social con el desánimo correspondiente, en un contexto de pérdida paulatina de valores donde la juventud en gran medida se fuga hacia la facilidad, antes de buscar la oportunidad que tampoco encuentra, igual que el adulto por la carencia de comprensión generacional.

Persiste un desacuerdo generalizado que impide la comprensión del imprescindible encuentro para el bienestar. Los jóvenes tienen el conocimiento y los adultos la experiencia que idealmente debieran fusionarse y complementar la misión con visión integradora.

Hay discordia generalizada y alimentada por falta de políticas públicas orientadoras; todo lo contrario al bien cuando contemplamos líderes divididos por intereses distantes del proceso orientador del Estado anhelado por la mayoría de la población. En todos los niveles prevalece el germen de la discordia.

El panorama es anárquico y desconfiado. El orden y el respeto se han perdido hasta para la vida humana que vemos truncada con más frecuencia de lo deseado; unos por delincuentes, otros por comisionados de la autoridad y más de alguno por la simple coincidencia con un acto convertido en cotidiano.

Estas circunstancias nos acercan a la dictadura; un régimen de tal manera enérgico que es visto como el mal menor en la sociedad inmersa en la anarquía tras haber transcurrido por discordia y anarquía.

Son válidos los ejemplos: históricos y actuales, ajenos y propios, de pueblos inmersos en el sufrimiento por falta de comprensión oportuna y diálogo sincero en y por las mayorías inermes deseosas de prosperidad con respeto a las instituciones nacionales, antes de caer en otras manos usufructuarias.

Urge un acuerdo nacional entre las autoridades y líderes honestos; así mismo asumir la autoridad dejando caer la ley sobre quienes mienten y delinquen al amparo de la impunidad; sean legisladores o burócratas de cualquier nivel. Sólo así se podrá devolver la confianza a la autoridad y respaldo a sus acciones.

Discordia, anarquía y dictadura son senderos ominosos de los pueblos; ajenos a la autodeterminación e inclinados a la corrupción, que si en ésta estamos hundidos, debe acabar de tajo para tomar el auténtico sendero democrático: del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El año 2012 es otro asunto no dirimible sin antes haber cumplido con el deber de las promesas de campaña.

Dios nos guarde de la discordia.

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