Dinero sucio

Las elecciones se ganan con dinero y más dinero, y otras cosas más. Por ello la utilización de recursos ilícitos sigue siendo una constante en los comicios, principalmente en los estatales en donde el control es prácticamente nulo. La comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación lo dice abiertamente: “Los gobernadores están desatados”. Las carretadas de efectivo que corren en todos los estados donde hay elección, están en relación directa a la cantidad recibida por cada uno de ellos por parte de la Federación.

La grabación de las conversaciones telefónicas de Fidel Herrera con sus subalternos, difundidas por el liderazgo panista, nos dice dos cosas: una, que la utilización de medios ilegales sigue siendo políticamente rentable, en la medida en que no hay forma de imponer sanciones a los infractores, y dos, que la prepotencia de los gobernadores es tal, que no se cuidan de decir telefónicamente aquello que descubre su actitud corrupta sin límites. “Yo tengo el poder”, decía Herrera en una actitud que hace recordar a los presidentes del priismo que terminaron por saquear al país al utilizar recursos sin límite cuando éstos ya no existían en la realidad.

Acarreo, compra y distribución de despensas, así como la utilización de medios de coacción como las amenazas o la violencia física, son la constante en elecciones estatales donde los avances en la democratización del país no han existido. Dos países diferentes: el México federal, el de las elecciones vigiladas y creíbles, el del IFE como árbitro supervisado por la sociedad y los medios, y el otro, el de los cacicazgos, el dispendio y los balazos, el de los Ulises Ruiz y Fidel Herrera y otros que siguen pensando que sus estados les pertenecen como antes le pertenecía el país en su conjunto. Por eso sorprende y provoca risas burlonas cuando Beatriz Paredes acusa al Gobierno federal de utilizar los programas sociales para favorecer a sus candidatos.

El cinismo de Paredes no tiene límites. La apuesta priista por la desmemoria histórica de los mexicanos la impulsa a acusar a sus adversarios de hacer lo que ellos hicieron durante 70 años, y que sus gobernadores siguen practicando hasta ahora. Los gobernadores panistas y perredistas han sido tan ineficientes como los priistas, pero comparar a cualquier mandatario con políticos como Herrera y Ruiz es absolutamente desproporcional. Programas como Oportunidades, el más importante de la administración pública federal, no ha producido beneficios políticos de ningún tipo, y ante ello lo único que les queda a los dinosaurios priistas es difamar.

Así, mientras los institutos estatales electorales y sus respectivos tribunales sigan sirviendo al gobernador en turno, los comicios terminarán siendo dictaminados por el Tribunal Electoral Federal. La única forma para que la incipiente democracia mexicana tenga oportunidad de hacerse extensiva a los estados, es la de impulsar un acuerdo político que garantice la autonomía de los institutos estatales y el nombramiento de consejeros desligados de la esfera de influencia del gobernador en turno.