¿Diálogo o lucro político?

El crimen del que fuera candidato priista a la gubernatura de Tamaulipas, Rodolfo Torre, ocurrido apenas unos días antes de las elecciones del 4 de julio pasado, elevó el nivel de la confrontación discursiva que se ha dado a lo largo del sexenio entre las distintas fuerzas políticas opositoras y el Gobierno del Presidente Felipe Calderón.

Los ánimos se crisparon hasta el límite y desde el lado del Partido Revolucionario Institucional (lo mismo algunos de sus gobernadores como líderes parlamentarios y dirigentes partidistas) no sólo se refrendó el cuestionamiento a la estrategia gubernamental del combate al crimen organizado, sino que se deslizaron reclamos por considerar que desde el ámbito federal ha sido poco eficaz la acción de las fuerzas de seguridad para poner un dique a la criminalidad de las bandas.

Algo quedó en claro: cero autocrítica. Gobernadores que estaban obligados a sacar la cara y admitir su inoperancia, su poca disposición para la coordinación entre los diversos órdenes de Gobierno, dejaron abierta la rendija de la suspicacia por la manga ancha que han dejado a los narcos en sus respectivos territorios, y hasta se dieron el lujo de alzar la voz para anunciar que venderían caro su amor. Para que se pudiera armar una agenda de discusión con propuestas serias sobre cómo frenar el baño de sangre que, según las propias autoridades federales equivale a más de 28 mil muertes a lo largo del sexenio, priistas insinuaron que sólo ellos tendrían la llave para establecer temas, tiempos y condiciones.

Beatriz Paredes, desde la cúpula del tricolor y con su críptico discurso setentero, gritó que no permitirían que otras fuerzas políticas quisieran “lucrar políticamente” con el crimen de su candidato, pero nada dijo del regodeo mediático que los suyos hicieron ante el féretro del político acribillado en una Entidad en la que el Gobierno local ha hecho poco por bajar la criminalidad. Datos de la Secretaría de Seguridad Pública de ese Estado revelan que cuatro de cada 10 tamaulipecos se sienten inseguros o muy inseguros y el número de delitos cometidos anualmente subió de 44 mil 833 en 2005 a 47 mil 834 en 2008 (de acuerdo con un informe fechado en 2010).

El asesinato del aspirante a gobernador, junto con otros hechos de alto impacto en la opinión pública como los crímenes múltiples en la Frontera Norte, el secuestro de Diego Fernández de Cevallos o las muertes de capos como Arturo Beltrán a finales de 2009 y de Ignacio Coronel hace unas semanas, obligaron a Calderón a ofrecer (tardíamente, es cierto) puertas abiertas al diálogo. Hoy el PRI demuestra que la lógica de la rentabilidad electoral es la que manda… y a ver quién lo mueve de ahí.