Viernes, 29 de Noviembre 2024
México | CLAVE POR LUIS SALOMÓN

Descuido en la República

Las autoridades optaron por el menor esfuerzo buscaron popularidad y dejaron para mejor ocasión las reformas estructurales

Por: EL INFORMADOR

Luis Ernesto Salomón.  /

Luis Ernesto Salomón. /

En los últimos años los mexicanos hemos enfrentado una realidad inédita en la historia: La efervescencia que produjo la alternancia en el año 2000 se convirtió en una frívola estabilidad que se compaginó con crecimiento económico moderado.

Las autoridades optaron por el menor esfuerzo buscaron popularidad y dejaron para mejor ocasión las reformas estructurales, descuidaron la inteligencia oficial y permitieron el crecimiento de la impunidad. La crisis política producida por las elecciones de 2006 fue resuelta con un pacto entre el gobierno y el PRI, que permitió la gobernabilidad. Las nuevas autoridades se enfrascaron en lo que llamaron una guerra contra el crimen. (una tautología dado que al crimen se le combate con métodos policíacos).  En estos años la Presidencia de la República ha dedicado la mayor parte del tiempo y el esfuerzo a tareas políticas encaminadas a fortalecer a su partido en los procesos electorales, dejando de lado tareas de Estado en materia de seguridad, finanzas públicas y estado de derecho porque significan desgaste político. Por esa misma razón, las autoridades han fortalecido su relación con los medios de comunicación masiva, especialmente la televisión, con el propósito de difundir campañas  publicitarias buscando altos niveles de aprobación que se tradujeran en fuerza electoral.

Como parte de la estrategia se optó por la polarización para distinguir entre un gobierno que hace "el bien" y la oposición que hace "el mal".  La realidad violenta en el régimen interior y la crisis económica se han encargado de mostrar la debilidad institucional que padecen las autoridades que parecen empeñadas en prolongar la frívola estabilidad. Esto sin contar con los yerros que se han vuelto crónicos en las decisiones de gobierno, como la sobre reacción con motivo de la influenza, la falta de una política exterior activa, que ha producido un enorme deterioro de la imagen de México en el mundo, la falta de entendimiento político con el Congreso y la obcecación en la política interna relacionada con los partidos.
 
En diez años hemos pasado de una explosión de esperanza a un desánimo provocado por la impotencia. Casi treinta mil muertos, la pérdida de casi un millón de empleos, la evidente corrupción cotidiana contrasta con la potencialidad vital de una sociedad formada por jóvenes que quieren construir el mejor futuro para México.

La conclusión puede ser demoledora para algunos, pero contundente para todos: tenemos un gran país con una mala gestión. México no tiene una crisis de liderazgos, sino un problema con la gestión de algunos liderazgos públicos. Líderes hay, muchos y buenos, pero no están a cargo de las responsabilidades políticas. La solución a esta coyuntura está en la reacción de la sociedad civil para exigir orden y la legalidad a cargo de los mejores.  Nos confundimos cuando creemos que hay que aceptar lo posible mediocre y renunciar a lo mejor por comodidad, acuerdos, temores o frivolidades. Es hora de volver la vista a lo bueno para ponerlo como objetivo. Somos un pueblo activo, solidario y vital que sabrá censurar el descuido de la cosa pública.

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