Lunes, 25 de Noviembre 2024
México | POR MARÍA PALOMAR

De lecturas varias

La nostalgia no tiene remedio: busca no tanto recuperar los lugares recordados, sino el tiempo pasado y, a fin de cuentas, la juventud del protagonista

Por: EL INFORMADOR

María Palomar.  /

María Palomar. /

Como dice el título de la estupenda autobiografía de Simone Signoret, “la nostalgia ya no es la que era”. La nostalgia no tiene remedio: busca no tanto recuperar los lugares recordados, sino el tiempo pasado y, a fin de cuentas, la juventud del protagonista. Los escritores de fines del XIX se especializaron en una forma peculiar de la nostalgia romántica ya modernizada y despojada de toda esperanza por su nihilismo de fondo.

Pierre Loti (1850-1923, que en realidad se llamaba Julien Viaud y era oficial de marina) fue un novelista de gran popularidad en el último cuarto del siglo XIX y primero del XX y uno de los mayores exponentes del orientalismo (después tan denostado por la biempensantía universal por su talante “imperialista”). Posiblemente su obra más conocida dentro de ese estilo haya sido Aziyadé, la historia por supuesto que trágica y exótica del amor entre un oficial francés y una joven turca. Loti fue a lo largo de su vida y hasta la exageración un ferviente admirador del Imperio Otomano y sobre todo de la ciudad de Estambul, donde vivió varios años en distintas ocasiones.

En la bonita colección “La mirada literaria” un volumen está dedicado a cuatro textos breves de Loti sobre su ciudad de elección (Constantinople fin de siècle, Bruselas, Complexe, 1991). El primero y más extenso, Constantinople en 1890, es un ensayo preciosista, deslumbrante en su estilo de encaje finisecular, que es una pura queja de los cambios y las barbaridades que Loti ve en Estambul quince años después del episodio de Aziyadé. Ante la desolación del escritor francés por no poder regresar a la ciudad de 1875, ¿qué le queda a quien haya conocido la antigua Bizancio en la década de 1950? La nostalgia se derrota sola una y otra vez, pero al mismo tiempo es inquebrantable y persistente. Nada tienen que envidiar la tristeza cósmica y el lamento por su ciudad perdida del Nobel Pamuk ante las elegías tardorrománticas de Loti.

Pero en la última década del siglo XIX Loti deplora la occidentalización de los turcos, la proliferación de los turistas y cualquier elemento moderno que según él profanan el santuario de su juventud: “Y estas calles, estas plazas, estos suburbios de Constantinopla me parece que son un poco míos, como también les pertenezco yo. A todos estos ociosos de bulevar que vomita en tropel el Orient Express les reprocho que se paseen por esos lugares, como a intrusos que profanaran mis posesiones queridas sin mostrar ni la admiración ni el respeto que todavía impone el viejo Estambul…”

En el fondo, la búsqueda de la pureza mítica de una edad de oro es exactamente la misma en la obra de Loti que en las novelas y ensayos de Pamuk. Será que la nostalgia sigue siendo la que siempre ha sido.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones