De lecturas varias

De casualidad, como llega la mayoría de los libros, se juntan en la mesa tres que son otros tantos homenajes a figuras de la vida cultural que dejaron huellas importantes, por su vida y su enseñanza, en la memoria de sus amigos, sus alumnos y sus lectores.

Por uno de esos pequeños milagros del azar que gobierna el mercado del libro, llegó hasta Guadalajara el titulado “Saberes y sabores. Homenaje a Luis Alonso Schökel, s.j.” (Bilbao, Mensajero, 1998). El padre Alonso Schökel (1920-1998) fue uno de los especialistas veterotestamentarios más importantes del siglo XX, autor de la traducción de la “Nueva Bibilia española”, de la “Biblia del Peregrino” y de decenas de libros y artículos. “Saberes y sabores” reúne varios textos del homenajeado, su bibliografía completa, algunas entrevistas con él y 15 artículos escritos por colegas y discípulos (entre los primeros está, ni más ni menos, el también jesuita y eminente biblista cardenal Martini). Luis Alonso Schökel se definía ante todo como “profesor de literatura bíblica”. Su trabajo inspirado y erudito respondió siempre a un enfoque eminentemente literario, que veía la escritura revelada también como obra de arte humana: la belleza como vehículo de la verdad. Lástima que ninguno de los colaboradores haya recogido la “conexión tapatía” del padre Schökel, quien durante varios años estuvo visitando Guadalajara para impartir cursos, allá por los años ochenta y principios de los noventa, y era un bienvenido, brillante y simpático contertulio de los jueves en casa de Nacho Arriola.

El segundo libro-homenaje es el publicado recientemente por la Secretaría de Cultura de Jalisco sobre los tres hermanos Gómez Robledo, Antonio, Ignacio y Javier, tapatíos de cepa. Por varias razones queda la duda acerca de la pertinencia de haberlos agrupado así en un solo libro (“El magno magisterio de los Gómez Robledo”, 2009). Podría quizás haberlo justificado un ensayo prolijo (y no sólo una breve introducción) en el que se abordaran en conjunto las figuras de los tres en el marco de su historia compartida y de la formación intelectual que los llevó a ser los humanistas consumados que fueron. Sobre Antonio, el diplomático, jurista y literato, se publican tres textos. Sobre el jesuita Xavier, hombre de letras, semiólogo de avanzada, hay dos artículos, uno de ellos el muy entrañable de Jesús Gómez Fregoso, s.j. Acerca del también jesuita Ignacio, el gran filósofo y profesor, únicamente se publica el estupendo texto de Tomás de Híjar Ornelas. La sola producción de Antonio (recogida en 12 volúmenes por El Colegio Nacional) es abrumadora; en cambio, de Ignacio sólo se publicó su tesis sobre Suárez (en el FCE) y de Xavier su estudio sobre el Colegio Máximo (en Jus, agotado desde hace años). Pero sin duda existen muchos trabajos inéditos o dispersos en publicaciones varias que sería estupenda idea tratar de compilar para darles la proyección que sí ha alcanzado la obra del hermano mayor.

El tercero de estos homenajes es “Lecturas para conversar con Elsa Cecilia Frost” (Aldvs, 2009), un libro que dedica un grupo de amigos a la gran señora, encantadora y sabia, que fue la maestra Frost, cuya semblanza por Adolfo Castañón encabeza el libro. Gabriel Zaid, Fausto Zerón Medina, Mauricio Beuchot y otros amigos, unos con comentarios y otros sin ellos, dedican a Elsa Cecilia —la amiga, la filósofa, la editora, la traductora, la católica— distintos textos de autores clásicos que alguna vez tuvieron el gusto de comentar con ella o que habrían querido tenerlo.

Es un pequeño libro que sin duda Elsa Cecilia habría disfrutado enormemente (aunque no sin señalar las fallas evidentes y perfectamente evitables en el cuidado de la edición).