Sábado, 30 de Noviembre 2024
México | Por Ramón Zurita Sahagún

De frente y de perfil

El decepcionante Zeferino

Por: EL INFORMADOR

Si algo queda en claro en Guerrero es que Zeferino Torreblanca Galindo no fue peor gobernador de  lo que resultaron ser algunos de sus colegas que ya dejaron el cargo o que aún lo ostentan.

Tampoco se puede alegar que su estado queda más incendiado de lo que están esas mismas entidades gobernadas por representantes del PRI o del PAN.

Sin embargo, al gobernador de Guerrero se le acumularon los problemas conforme se acerca el fin de su administración estatal.

La acumulación de errores, la desidia para gobernar, enfrentar y resolver los problemas, el alejamiento que tuvo con sus aliados, el grado de penetración que el narcotráfico y la violencia tienen en la Entidad, convierten a Zeferino en uno de los peores gobernantes del país.

Respaldado por el PRD en cada una de sus campañas electorales (alcalde, diputado y gobernador), Torreblanca Galindo se desmarcó del partido una vez electo gobernante.

Mantuvo distancia de su principal promotor y se acercó con los representantes de los partidos adversarios, actuó displicentemente con los principales problemas de atraso, pobreza, marginación y violencia que laceran al Estado que todavía gobierna.

Se alejó de los compromisos contraídos en campaña y que le dieron los votos suficientes para derrotar al priista Héctor Astudillo en los comicios del 2005, se concentró en su individualidad y provocó que dos de los grandes activos de la izquierda política en el estado mantuvieran distancia.

Armando Chavarría y Félix Salgado Macedonio, despejaron el camino para que Zeferino fuese candidato al Gobierno del Estado, aunque terminaron enfrentados con el gobernante desde sus respectivas posiciones: uno secretario de Gobierno y líder del Congreso estatal y el otro alcalde Acapulco.

Cooptado por la izquierda luego de varios intentos frustrados por participar en política, Zeferino fue visto como un buen prospecto para hacer cosas diferentes y contribuir  a sacar al Estado y a sus pobladores del rezago ancestral que padece la entidad.

Poseedor de una regular fortuna, con buena formación profesional, con negocios propios y con poses de demócrata, parecía una buena apuesta de la izquierda que finalmente no cuajó.

Hoy la Entidad que hereda Zeferino continúa arrastrando los mismos problemas de pobreza, marginación, atraso y hasta hambruna en algunas zonas, situación que no varió en seis años de gobierno, aunque con elementos adicionales, el incremento de la violencia y la considerable baja en  el turismo.

Guerrero se encuentra hoy sumido en una vorágine de sangre y violencia, donde las autoridades de los tres niveles se avientan la responsabilidad de los enfrentamientos y asesinatos que por racimo ocurren en la Entidad.

El Estado compite por la nada gloriosa u honrosa distinción de ser la entidad más violenta del país, rango en el que disputa palmo a palmo el primer sitio con Tamaulipas, Chihuahua y Michoacán, convirtiendo a Acapulco en una de las poblaciones más peligrosas del país, a  la altura de Ciudad Juárez y algunas ciudades de la zona fronteriza de Tamaulipas.

Esa misma violencia y los problemas que de ella derivan, provoca una sensible baja en el turismo y por ende en la captación de ingresos, generando problemas económicos graves entre los prestadores de servicios turísticos y difundiendo mala fama del principal centro de atracción turística del país.

El balance que deja la administración sexenal de Zeferino Torreblanca Galindo no se encontraba previsto en el peor escenario posible, aunque sirve de lección para que los partidos elijan correctamente sus cartas que habrán de postular a los diversos cargos de elección popular.

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