De frente y de perfil

Saber que Andrés Manuel López Obrador no participará en ninguna de las campañas electorales aliancistas resulta ser música agradable en los oídos de sus detractores.

El tabasqueño ratificó su negativa para hacer campaña conjunta con los candidatos surgidos de la coalición que, hasta el momento, conforman el PAN y los partidos de izquierda.

Ni siquiera en la campaña de Gabino Cué Monteagudo se aparecerá el tabasqueño, sin importar el tiempo que invirtió para visitar los 400 municipios indígenas del Estado el último año y la cercanía que mantiene con el candidato.

López Obrador se mantiene ajeno a las alianzas establecidas por el PRD, Convergencia y PT en varios estados del país, mismas que critica constantemente.

No le gustó nadita que perredistas, petistas y convergentes establecieran pactos con el partido gobernante, el que, considera, le arrebató la Presidencia de la República.

Sin embargo, el tabasqueño sí podrá apoyar a algunos candidatos que no van en alianza con la derecha y muchos menos con el PRI, como serán los casos de David Monreal Ávila, postulado por el PT al Gobierno de Zacatecas, Entidad en la que los petistas rompieron con el candidato del PRD, Antonio Mejía Haro, considerado como “delfín” de la gobernadora Amalia García Medina.

Otro Estado en el que apoyará al candidato a gobernador será Veracruz, donde su aliado Dante Delgado Rannauro, abandera a la coalición de izquierda que integran el PRD, PT y Convergencia.

En lo que se refiere a estados como Oaxaca, Hidalgo, Durango, Puebla y posiblemente Quintana Roo, el tabasqueño estará al margen de las alianzas que tanto condena.

Esto representa un acto de congruencia por parte del ex candidato presidencial, toda vez que repudia las alianzas que se han empeñado en construir los dirigentes de los partidos de izquierda.

Incluso, el tabasqueño anunció que retirará toda la propaganda que mediante el Partido del Trabajo hace llegar por los medios electrónicos a los estados en los que se conformaron las mencionadas alianzas.

Sin embargo, la decisión de López Obrador es un arma de dos filos, ya que deja todo el espacio disponible para quien pretenda ocuparlo dentro del liderazgo de izquierda, el que podría ser llenado por alguna otra figura de esa tendencia, en caso de que los candidatos nominados en combinación con la derecha lleguen a triunfar en alguno de los estados.

Contra viento y marea y a contrapelo de sus detractores, López Obrador es una figura llamativa para una campaña electoral, que, además, convoca a simpatizantes y que tiene –cada vez menos-- importantes contingentes de seguidores.

La elocuencia del tabasqueño es vital para campañas políticas tan disputadas como serán las que se avecinan en el mes de julio, aunque también es cierto que su presencia ha generado votos en contra.

El ejemplo más claro ocurrió en los pasados comicios electorales en Tabasco, desarrollados en el mes de octubre, donde el líder de izquierda hizo acto de presencia en varios municipios.

Los resultados de la elección arrojaron que en ellos, en los que hizo campaña, resultaron desfavorecidos los candidatos postulados por la izquierda y hoy todos ellos los gobierna el PRI.

En contraparte se tienen los resultados del proceso electoral federal de julio del año pasado, donde López Obrador puso especial énfasis en la Delegación Iztapalapa, donde los candidatos postulados por el PT y apoyados por López Obrador resultaron vencedores, sin importar que la zona estuviera inventariada como “propiedad” de los hermanos Círigo-Arce.

Tener a López Obrador fuera de las campañas políticas --aunque sea solamente de las aliancistas-- es un respiro para los gobernantes que son fustigados desde tribunas varias por el tabasqueño.

Por eso, los resultados electorales serán de suma importancia, ya que perdiendo la mayoría de las entidades en las que se estableció la alianza fortalecería al PRI y le daría la razón al gurú de la izquierda, permitiéndole un resurgimiento de su figura.
En caso contrario, López Obrador, el PRI y varios de los que anhelan competir por la candidatura presidencial resultarían dañados en grado extremo.

López Obrador dedicará su tiempo a continuar con la construcción de su frente para la reconstrucción de México y estableciendo sus alianzas en las distintas partes del país y esperando mejores tiempos para competir nuevamente por la candidatura presidencial para los comicios de 2012.

*Los partidos de izquierda (PRD-PT-Convergencia) dieron un paso al frente con la constitución de un frente común que postulará como su abanderado a la Presidencia de la República al personaje mejor posicionado en ese momento.

Ese frente quedó formalizado ante el IFE como Diálogo para la Reconstrucción de México, con Manuel Camacho Solís como coordinador general del organismo.

De esa forma se reafirma la alianza entre los partidos que buscan con su candidato ganar la Presidencia de la República que tan cerca tuvieron hace cuatro años.

Sin importar las diferencias surgidas en algunos estados, donde PRD y PT no llevan los mismos candidatos (Zacatecas y Durango) y otros (Veracruz) en los que los perredistas se mantienen en pie de lucha con los convergentes, la alianza a nivel nacional parece tener mejor futuro.

Hasta el momento cuentan con un buen número de personajes que son analizados como fuertes prospectos para la contienda electoral de 2012.

Unos con mayor presencia y otros con menor, pero en este grupo de notables se ubica al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubond; el ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador; el ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente; la gobernadora de Zacatecas, Amalia García Medina; el ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel y hasta el presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, Carlos Navarrete, más los que se incluyan en el lapso faltante para la selección del candidato.

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