De frente y de perfil

Sergio García Ramírez fue el último procurador general de la República que cumplió con su encomienda durante todo el sexenio de un presidente de la República.

Después de él, los llamados abogados de la Nación han pasado intermitentes por cuatro administraciones presidenciales (la más reciente a la mitad), sin concluir con el sexenio y dejando serias dudas en su desempeño.

García Ramírez no concluyó en los mejores términos por lo de aquel destape adelantado realizado en su favor desde la casa del entonces secretario de Energía, Alfredo del Mazo González, que finalmente fue aplastado por la fuerza del Estado y por la estructura partidista que se pronunció a favor de Carlos Salinas de Gortari.

Hasta la administración presidencial del ahora satanizado Miguel de la Madrid Hurtado, los titulares de la PGR no fueron objeto de tantos cambios, ni la dependencia de sesudas transformaciones.

Fue en ese sexenio cuando se conocieron los primeros escándalos en torno al narcotráfico, con las detenciones de Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, se supo del asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, se detectó el más grandes campo de cultivo de drogas del que se tenga memoria (Búfalo) y se dividió el territorio nacional en grandes cárteles.

Bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se vivió el máximo descontrol en la PGR, entidad por la que desfilaron hasta cinco titulares, los más de ellos dando muestras de incapacidad para ocupar el cargo.

Inició Enrique Álvarez del Castillo, el que fue sacado del Gobierno de Jalisco para ocuparse como abogado de la nación, siendo un total fracaso su gestión, debido a que no le dedicaba tiempo completo a las asignaciones pendientes, por lo que pronto fue relevado.

De la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal fue trasladado a la PGR, Ignacio Morales Lechuga, conocido notario público, por lo que su designación no fue bien recibida. Su paso por la PGR también fue efímero, por lo que hubo que recurrir a otra opción.

Jorge Carpízo McGregor fue sacado de la CNDH para ocupar el cargo en la PGR, apoyado en su conocimiento del derecho y la legalidad, pero alejado de las prácticas burocráticas y administrativas.

Otro reconocido jurista y humanista, Diego Valadés fue designado como tercer Procurador General de la República en la administración salinista y su gestión pasó de noche, al entramparse con la investigación del asesinato del entonces candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio.

Víctor Humberto Treviño fue ascendido al cargo de titular de la PGR, por sus conocimientos del derecho, aunque su paso fue tan breve que casi nadie lo recuerda en ese desempeño.

La siguiente administración inició con una negociación del entonces Presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León que permitió entregar la posición al PAN, partido que envió a Fernando Antonio Lozano Gracia como su representante. El resultado es de todos conocidos, con fantasmas, videntes, exhumaciones y toda una serie de enredos que provocaron la salida del panista.

Jorge Madrazo Cuellar, proveniente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), repitió la estrategia Carpizo, pero tampoco fue la solución y la delincuencia organizada continuó su crecimiento.

La alternancia en el poder con la llegada del PAN al poder mostró que los buenos abogados panistas no estaban disponibles para ocupar tareas de gobierno, por lo que se recurrió a un militar, Rafael Macedo de la Concha, para ocupar el espacio en el PGR. De los múltiples personajes que han desfilado por esa oficina, el general es uno de los que resultaron menos malos en cuanto resultados obtuvo.

Daniel Cabeza de Vaca, fue habilitado para encargarse de la PGR, siendo uno de los más grises operadores.
El recién cesado Eduardo Medina Mora no fue más bueno, ni menos malo que sus antecesores, pero el gran fracaso en los operativos contra la delincuencia organizada y su mala relación con Genaro García Luna, fueron algunos de los motivos que llevaron a su relevo.

Arturo Chávez Chávez es el prospecto para ocupar el cargo, aunque para ello tendrá que pasar por la difícil aduana que representa el Senado de la República.

La violencia de los sucesos producidos por la delincuencia organizada muestra la realidad de las fuerzas de seguridad y hasta de las fuerzas armadas y el secuestro de un avión con métodos arcaicos deja en entredicho la vulnerabilidad del país.

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