¡Da coraje!

“Están viendo la tempestad y no se hincan”, dice mi madre —así como todas las madres de su generación— cuando se encuentra con acontecimientos por demás reprobables y aún así no tomamos las providencias necesarias para salir adelante por el buen camino. Pues bien, lo mismo sucede con algunos de los policías de Zapopan —y vaya usted a saber de qué tantos otros lugares más—, pues con todos los problemas de inseguridad que vive la sociedad no logran dar un ejemplo digno de seguirse.

Mire usted, casi todo mundo sabe —porque lo ha visto o sufrido en carne propia— que algunos policías salen a la calle, no a proteger a la ciudadanía, sino más bien a extorsionar o robar a quienes por determinadas circunstancias o simple mala suerte se topan con algunos de estos malos servidores públicos, que lejos de ofrecer resultados positivos, dignos de aplauso y de ser emulados, hacen todo lo contrario.

Hace unos días fui testigo de un hecho singular, pues con motivo del partido de las Chivas contra los Pumas en el estadio local, miles de aficionados y/o curiosos nos trasladamos a la llamada zona de El Bajío con el ánimo de disfrutar de un buen espectáculo. Pues bien, luego de algunas cervezas encima y vaya usted a saber qué otras cosas más, muchos jovencitos se vuelven o por lo menos se sienten como “Superman” y empiezan a buscar y crear problemas, y por supuesto que en la mayoría de las ocasiones logran su cometido, sin siquiera importarles a quién afectan o cómo saldrán ellos mismos afectados.

El caso es que es entonces cuando los “guardianes del orden” entran en acción e imponen su jerarquía, echan mano de su macana y autoridad para controlar y dominar la situación. Hasta ahí todo bien, lo malo del caso es cuando ya una vez controlados los rijosos o infractores, les “pasan báscula” y sin decir ni “agua va” se apoderan del contenido de carteras y/o lo que éstos cuenten en los bolsillos, a cambio de permitírseles la libertad.

Nadie dice que es cosa de “enchílame otra” enfrentarse al crimen organizado o a cualquier delincuente común, pero por lo mismo todos los agentes que ingresen a cualquiera de las corporaciones policiacas que existen en el país, deben contar —en primera instancia— con una vocación de servicio más que probada, a lo cual se le debe aderezar una amplia capacitación en todos aquellos aspectos que los especialistas en la materia consideren necesarios, lo que les permitirá poder hacer frente a los “malos” de la sociedad sin necesidad de contaminarse con la misma mugre.

Pero si en lugar de ello se dedican a “bolsear” borrachos, no tienen excusa, ni perdón.