Viernes, 22 de Noviembre 2024
México | ATANDO CABOS POR DENISE MAERKER

Culpables o inocentes

El documental Presunto culpable puso el dedo en la llaga y nos dolió a todos. Cada semana podríamos, buscándolo, encontrar un caso similar

Por: EL INFORMADOR

Denise Maerker.  /

Denise Maerker. /

Lo único que nos separa de la cárcel, es que nadie nos ha señalado como responsables de un crimen. Usted y yo, suponiendo que no me esté leyendo en algún penal, hemos tenido la suerte de que nadie haya levantado su mano acusadora en nuestra contra, porque 93% de las personas que sí están en prisión es porque alguien dijo que lo vio: robar, disparar, violar, matar o secuestrar.

Desde luego, abuso al expresarme de esta manera, porque quienes de verdad tienen que agradecer que nadie los haya señalado son los hombres jóvenes y de escasos recursos. Nuestra justicia no se equivoca al azar, el sistema que administra la injusticia en nuestro país lo hace sistemáticamente en perjuicio y detrimento de los que menos dinero, información y capacidad de defenderse tienen.

El documental Presunto culpable puso el dedo en la llaga y nos dolió a todos. Cada semana podríamos, buscándolo, encontrar un caso similar. En Punto de Partida ya llevamos tres. Los escenarios cambian, pero hay una constante: alguien dijo que vio a alguien haciendo algo.

A veces termina en la cárcel un inocente por mala fe del acusador o de la Policía y de los ministerios públicos, a los que premian por cada detenido y consignado, o porque están involucrados ellos mismos, o porque protegen a los culpables, a veces por incompetencia y por desidia.

A eso además hay que agregarle, y esto lo sé gracias a Roberto Hernández, autor de Presunto Culpable, que incluso sin mala fe, y en sistemas mucho más confiables que el nuestro como es el de los Estados Unidos, han descubierto la poca confiabilidad de las declaraciones de los testigos presenciales. Un dato: de 40 personas que han sido excarceladas en Estados Unidos gracias a las nuevas pruebas de ADN, 90% estaban presas porque habían sido identificadas por un testigo presencial. Esto ha dado lugar a una enorme cantidad de literatura científica que trata de establecer los criterios que se deben cumplir para que la identificación que hace el testigo presencial sea válida. Ejemplo: que la Policía no le muestre al testigo una sola foto, que la Policía no le haga saber al testigo que tiene otras pruebas en contra del que se le pide identificar y otros más.

Aquí a cada rato nos vemos confrontados con casos criminales ante los que se nos pide implícitamente que tomemos partido: ¿Violó o no Kalimba a una menor? ¿Es Florence Cassez inocente o culpable? Los elementos con los que construimos nuestras opiniones están compuestas por una mezcla de sentido común, de lo que nos parece verosímil, de nuestra historia personal, de nuestras filias y fobias políticas y de lo que nos dicen que dijeron los testigos presenciales.

Y esto cuando aquí nuestras autoridades recaban testimonios en condiciones que están a años luz de los criterios más básicos de confiabilidad.

¡Así no se puede!

No hay nada más delicado que determinar la inocencia y/o la culpabilidad de una persona: está en juego su vida toda y el nivel civilizatorio de nuestra comunidad.

Tenemos que exigir que se le dedique a este tema la misma energía y los mismos recursos que se emplean para encontrar a los presuntos culpables. Es una cuestión de ética y de decencia colectiva.

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