Creerle a Herbert Taylor

El hombre fuerte del Gobernador del Estado, el llamado súper asesor y súper secretario Herbert Taylor Arthur, renunció esta semana a su cargo en el Poder Ejecutivo para dedicarse a la vida privada. Eso dice. Que regresa a comer en casa, a trabajar en su empresa, a velar por su familia, a jugar en otras canchas. Y nadie le cree.

Nadie le cree por dos razones. La primera es porque no están prestando mucha atención. El panista ha dicho en repetidas ocasiones que no sale de la política, que seguirá con ella desde la vida privada. Y nadie le cree porque parece más fácil grillar desde Casa Jalisco que desde una cena en el comedor familiar, pero eso no tiene que ser necesariamente así. No depende del lugar, depende de la concurrencia. Y grillar no significa siempre buscar un cargo. A veces grillar significa quitar y poner nombres desde la comodidad de un sillón y con tiempo suficiente para charlar con los hijos. A veces grillar significa sólo tener el espacio para dar ideas, para burlarse de otros, con tiempo suficiente para jugar tenis con los adversarios.

La segunda razón por la que nadie le cree es porque es un hombre poderoso y es mucho más atractivo un hombre poderoso que maquina conspiraciones que un hombre poderoso que quiere ir a comer a casa. Porque la posibilidad de que no esté maquinando nada es uno más de los escenarios, pero el menos seductor. Si se va tiene que ser por una causa perversa: una crisis, una traición, un plan maquiavélico, una conspiración, un conflicto, una puerta más grande, un chantaje, un cargo más jugoso, una cuenta pendiente. Todas las posibilidades caben.

Ante estos casos los periodistas quedamos en un dilema: no hay evidencias que sustenten los rumores, y para colmo todos provienen de fuentes indirectas. El único dato duro es que el señor renuncia y, ni modo, la única fuente directa es él. ¿Por qué optan la mayoría de periodistas por darle más credibilidad a las fuentes indirectas? Por una comprensible desconfianza hacia los poderosos. Él es un hombre poderoso, y tiene que ser malo a fuerzas: es la venganza popular contra la clase política de este país. Una vez que les colgamos milagros y muertitos, no hay poder humano que se los quite.

Ignoro si Herbert Taylor oculta los motivos de su renuncia pero no estoy dispuesta a darle credibilidad a las fuentes indirectas. Si la fuente directa dice que sale a jugar a la cancha privada, pues eso: “dice” que sale a jugar a la cancha privada. Por hoy, es lo más cercano a la verdad que tenemos.