Jueves, 17 de Octubre 2024
México | Sin opción a decidir

Costumbres indígenas aún marginan a mujeres

En regiones de Hidalgo, algunas niñas aún son intercambiadas por bienes, o forzadas a contraer matrimonio con desconocidos

Por: SUN

Hace 30 años que Reynalda, habitante de Portezuelos en Tasquillo, Hidalgo, fue raptada por su ahora esposo. EL UNIVERSAL  /

Hace 30 años que Reynalda, habitante de Portezuelos en Tasquillo, Hidalgo, fue raptada por su ahora esposo. EL UNIVERSAL /

TASQUILLO, HIDALGO (05/DIC/2011).- Reynalda habla despacio y mira a su alrededor a cada rato. No titubea al empezar a contar la historia de cómo no pudo elegir a su esposo, ni cómo ha vivido por décadas con el miedo de ser golpeada por los hombres de su familia.

Su historia se desarrolla en Portezuelos, una comunidad de Tasquillo, Hidalgo, parte de la región de Valle del Mezquital, donde 90% de las comunidades se rigen por usos y costumbres entre las que se incluyen el no dar voz y voto a las mujeres, en muchos casos. Y para contarla, Reynalda se acomoda en una jardinera, bajo un árbol de la plaza principal de la comunidad, frente a la iglesia, y antes de empezar, dice que su vida es “una cinta de película”.

“Acababa de cumplir mis 18 años. Estaba yo por un camino cuando sentí alguien me agarró y me dijo que me iba a ir con él, porque iba a ser su mujer, que así iba a ser. Grité y luché, pero de nada me sirvió. Yo no lo conocía; era la primera vez que lo veía”, cuenta como quien recordara una anécdota que ocurrió ayer, y no de hace 30 años cuando sucedió en realidad.

Antes de seguir, Reynalda hace una pausa y esconde la cara. Luego, las lágrimas se le pueden ver caer a chorros, como si fuera una niña que plática algo que le causa mucho dolor.

Griselda Arroyo, dirigente regional de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos (Ddeser), alerta que en algunas comunidades indígenas del Valle del Mezquital aún se registra la práctica de intercambiar mujeres por bienes materiales o arreglar los matrimonios. “El intercambio de mujeres por animales, maíz o terrenos se sigue dando en las comunidades indígenas. Es una costumbre que se tiene desde los abuelos”, señala, y explica que ahí las mujeres a veces no tienen derechos, no opinan y los hombres son los que toman todas las decisiones, así sea una que pueda durar toda la vida, como el caso de Reynalda.

Para el secretario general de la organización Unión Fuerza Indígena y Campesina (UFIC) de esa zona, Juan Ortiz Simón, los usos y costumbres se han convertido en abusos. “Un 90% de las comunidades en esta región mantienen un fuerte arraigo por sus costumbres”, menciona.

Reynalda cuenta que desde los siete años de edad huyó de la comunidad de Portezuelos, asustada de los constantes golpes que le daba su mamá. No pudo ir muy lejos: sin saber leer y escribir, y sin tener escuela, llegó sólo a la cabecera municipal en Tasquillo.

“Yo me fui porque no aguantaba más, pasaron los años y alguien le dijo a mi mamá a dónde estaba yo. Con engaños me regresó a su casa, al poco tiempo fue mi cumpleaños número 18”, dice todavía entre sollozos.

Retornar a Potezuelos no fue fácil, siguieron los golpes y los malos tratos, pero sobre todo apareció Pablo, el hombre que la vio y decidió llevársela con él para siempre.

“Con Pablo la vida fue igual que con mi madre, ahora ella no me golpeaba, pero mi marido sí. Perdí a uno de mis hijos por los golpes, yo nunca he querido estar casada con él, varias veces lo intenté dejar, pero no tenía con quién ir y no sé leer, ni escribir, me he tenido que quedar”.

Reynalda expresa que a ella no la intercambiaron propiamente, sin embargo, le quitaron la opción de elegir. Dice conocer casos de intercambios, de ventas de mujeres para los matrimonios. “La vida es igual para todas; las que se roban o les arreglan con quién se van a casar, sí hay jovencitas pero ya no se dice, les da pena y prefieren tenerlo en secreto”, menciona.

Las intercambian
de los 10 a 25 años


De acuerdo con Griselda Arroyo, la práctica de intercambio de las mujeres se registra a partir de los 10 años de edad y hasta los 25 años de las mujeres. “Nosotros como organización civil participamos en brindar información a las mujeres y esto lo hacemos a través de los talleres sobre los derechos que tienen”. Esta situación, argumenta, se registra por los usos y costumbres y por la falta de conocimiento de ellas mismas sobre sus derechos.

La activista demanda que los programas gubernamentales lleguen hasta las comunidades indígenas, ya que, asegura, éstos se centralizan en las ciudades y difícilmente llegan a las poblaciones, además de que no son traducidos a la lengua materna, lo que resulta totalmente inservible.

Para Juan Ortiz Simón existen dudas de que las mujeres aún sean intercambiadas, “no creo que se siga dando esta práctica, hace años sí, era conocido que los padres arreglaban los matrimonios, pero ahora las cosas han cambiado. Las mujeres van a la escuela y muchas se han ido a Estados Unidos”. Sin embargo, las cosas no son muy diferentes; en algunas comunidades las mujeres no tienen ni voz, ni voto.

La autoridad inmediata en las poblaciones es el delegado, pero en muchas comunidades del Valle del Mezquital como Cerritos Cardonal, El Durazno, El Dheca y Vite, mediante asamblea los hombres determinaron que las mujeres no pueden votar para elegir autoridades y mucho menos ser votadas.

Los usos y costumbres en el Valle del Mezquital se registran en casi todas las poblaciones; las comunidades tienen sus propios reglamentos y en algunos casos sus policías comunitarios. “En casi todos los pueblos a las 10 de la noche ya no se puede entrar, ponen retenes y nadie ajeno a la comunidad puede ingresar”, describe Ortiz Simón.

Sin embargo, si alguien ingresa a la comunidad por desconocer las reglas tiene que pagar una multa que va de los 500 a los 5 mil pesos. “Estamos hablando que en 90% de las comunidades nadie puede circular de noche”.

Además de los retenes, los pobladores también exigen una cuota a los expendedores de frituras y refrescos, “ellos dicen que les costó gestionar la carretera, entonces si los vendedores tienen un beneficio, deben de dar una cooperación”.

En el Valle del Mezquital se presume que el pueblo manda, pero en “el pueblo” no figuran las mujeres.

La directora del Instituto Estatal de las Mujeres, Mirna Hernández Morales, destaca que en las zonas indígenas lo que prevalece es la violencia, por ello la importancia de enseñar a las mujeres sus derechos. Antes de finalizar el año, se pondrá en marcha un programa de traductores, que lleven en su lengua, el Ñhañhu, los derechos que tienen.

En su plática fluida, en un perfecto castellano, Reynalda frena su relato y ve a la calle, luego golpea la grabadora de esta reportera. “Ahí va mi cuñado, si me ve platicando con alguien desconocido le va a decir a mi esposo y me va a pegar”, dice, y se voltea hacia otra parte. Después, cuando ve al hombre alejarse vuelve a su plática.

—¿Le tiene miedo?

—¿A mi esposo? Sí, mucho. Pero ¿qué puedo hacer? —dice y tras suspirar, mira al suelo y deja de hablar.

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