Lunes, 02 de Diciembre 2024
México | CLAVE POR LUIS ERNESTO SALOMÓN

Contra la violencia

Los acontecimientos violentos intimidan ahora a los políticos; el crecimiento de la delincuencia es parte de nuestra vida cotidiana

Por: EL INFORMADOR

Luis Ernesto Salomón.  /

Luis Ernesto Salomón. /

Los acontecimientos violentos  intimidan ahora a los políticos; el crecimiento de la delincuencia es parte de nuestra vida cotidiana. Estamos asumiendo como normal una situación crítica.

Por eso es bueno parar y volver la mente hacia atrás; elevar la mente que permita una perspectiva que impida que el vértigo de las circunstancias domine el rumbo.

Si la vista a atrás abarca tres lustros, nos daremos cuenta del crecimiento de la impunidad y de la aceptación de la violencia en nuestro entorno.

En ese período hemos tenido asesinatos con tientes políticos, levantamientos armados con bases sociales, episodios de inestabilidad en regiones, por lo que ve a los hechos más espectaculares.

Pero más grave es que en el entorno de la inmensa mayoría de los mexicanos hemos sido víctimas de algún delito que quedó impune: desde un robo, un daño a nuestro vehículo, incidentes de agresión o incluso hemos sido víctimas de la violencia de forma directa.

La dimensión de este hecho es tan grande que la confianza en las instituciones relacionadas con la denuncia y persecución de los delitos, son las más cuestionadas por los ciudadanos.

La inmensa mayoría de los delitos en México no se denuncian por la falta de confianza, y aquellos que son del conocimiento formal de las autoridades son en su mayor parte denuncias obligadas por empresas de seguros, o instituciones que requieren constancia legal de un hecho denunciado.

Esto ha traído como consecuencia un crecimiento vertiginoso de cuerpos de seguridad privada que son auxiliares de las autoridades, pero que de hecho pueden constituirse como fuerzas de hecho. También ha provocado una exposición mucho más evidente de las armas en la vía pública.

Baste un simple recorrido por las avenidas para poder contar fusiles de asalto, ametralladoras y pistolas de grueso calibre en manos y los cintos de policías y militares.

También la información de los hechos violentos se ha convertido en un objeto de consumo de las audiencias que reaccionan emocionalmente ante la creciente exposición de escenas de muy alto impacto.

Cadáveres, mutilaciones, testimonios desgarradores, traslados en ambulancia y hasta la degradación de la dignidad en espectáculos de barandilla, se han ganado la carta naturalización en hogares y centros de trabajo.

En las familias también crece la tolerancia para que los niños se expongan desde muy pequeños a estos hechos sangrientos, provocando temor primero, y luego miedo en los menores que tienen ahora claro, que esta sociedad es brutalmente violenta.

Los agentes de decisión minimizan los hechos para tratar de presentarlos como una suerte de lucha ajena a los ciudadanos normales, como si los delincuentes, policías y militares no fueran también ciudadanos con una familia de mexicanos que quieren vivir mejor.

Mucho hay que hacer para revertir esta tendencia. Lo primero reconocer que la situación es grave y que todos debemos trabajar para fortalecer el deseo de los ciudadanos por la paz, y la capacidad que debemos tener para seguir indignándonos. Y preguntando siempre: ¿dónde están las respuestas que mejoren nuestra calidad de vida?

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